Empieza uno de mis años preferidos, un año bisiesto. El año bisiesto me parece tan especial que siento como una especie de obligación de vivirlo de forma distinta. Por lo menos éste no empezó con resaca. El secreto fue mantenerse tomando champagne toda la nochevieja. Tampoco champagne, no, sino cava, que es como el champagne pero mejor, tal como le dijo un amigo mío aragonés a un francés que se hacía el ignorante.
En todo caso, un primer día de año bisiesto sin resaca merece seguir con los festejos.
En caso de haber violado las reglas del buen comportamiento alcohólico, se aconsejan sal y proteínas para que el cuerpo recobre el equilibrio. Huevos revueltos con panceta o mejor todavía, ahumados de pescados grasos como la trucha o el salmón o esa especialidad del norte de Europa que sirve para recomponer al más arruinado: la caballa ahumada, llena de omegas de todos los números que le hacen tan bien a las neuronas.
Y recobrar el equilibrio puede ser necesario si a uno le agarró por el lado depre o por el lado sexy. El alcohol baja la producción de serotoninas y pone fuera de circulación esa parte del cerebro que nos hace mantener el control. Y como los efectos sobre el sistema nervioso pueden durar más tiempo del que uno tarda en ponerse sobrio, se puede seguir haciendo tonterías sin saber explicarse del todo el porqué.
Todo se arregla con agua, amor y omegas 3.
Feliz 2008 para todos!