sábado, 12 de enero de 2008

Vaciando mi casa

Después de cinco años de no tirar nada y cuando ya las cosas viejas nos inundaban, llegó el momento de ordenar, clasificar, guardar lo que vale la pena guardar y tirar el resto.

Entre el resto, había una colección de cassettes donde el más viejo (que guardé, por supuesto) tenía casi treinta años. ¿Cómo tira uno la música que lo acompañó durante todo ese tiempo? Hubo que hacerlo de a dos. Si no, era demasiado irresponsable.

Entre las otras cosas que guardé, estaba esta canción.


Para mí, la más linda del mundo y, acá, en una versión maravillosa.

martes, 8 de enero de 2008

Légèrement desolée

Mi madre, que no por nada es mi madre, sabe que cuando estoy desconsolada lo único que me consuela es un libro interminable. Ahora acaba de mandarme, aunque nada sepa ella de mi desconsuelo –pero no por nada es mi madre– 861 páginas en letras apretadas con los cuentos completos de una escritora neozelandesa muerta de tuberculosis en Francia. No pinta demasiado consolador, pero probamos.

El gusto literario de mi madre suele ser irreprochable.

martes, 1 de enero de 2008

Año bisiesto

Empieza uno de mis años preferidos, un año bisiesto. El año bisiesto me parece tan especial que siento como una especie de obligación de vivirlo de forma distinta. Por lo menos éste no empezó con resaca. El secreto fue mantenerse tomando champagne toda la nochevieja. Tampoco champagne, no, sino cava, que es como el champagne pero mejor, tal como le dijo un amigo mío aragonés a un francés que se hacía el ignorante.

En todo caso, un primer día de año bisiesto sin resaca merece seguir con los festejos.

En caso de haber violado las reglas del buen comportamiento alcohólico, se aconsejan sal y proteínas para que el cuerpo recobre el equilibrio. Huevos revueltos con panceta o mejor todavía, ahumados de pescados grasos como la trucha o el salmón o esa especialidad del norte de Europa que sirve para recomponer al más arruinado: la caballa ahumada, llena de omegas de todos los números que le hacen tan bien a las neuronas.

Y recobrar el equilibrio puede ser necesario si a uno le agarró por el lado depre o por el lado sexy. El alcohol baja la producción de serotoninas y pone fuera de circulación esa parte del cerebro que nos hace mantener el control. Y como los efectos sobre el sistema nervioso pueden durar más tiempo del que uno tarda en ponerse sobrio, se puede seguir haciendo tonterías sin saber explicarse del todo el porqué.

Todo se arregla con agua, amor y omegas 3.

Feliz 2008 para todos!