El loro argentino
Un poco siguiéndole la pista a Matías, que parece que se mudó a mi antiguo barrio, y otro poco para tomar algo de aire en compañía de mi hijo menor, hoy terminamos en la Plaza Guy d'Arezzo, una plaza chiquita sobre la Avenue Molière en la que yo hace unos años solía esperar a mis hijos cuando volvían de la escuela. La dicha plaza tiene cuatro particularidades: unos faroles de estilo colonial bastante lindos, un excesivo número de palomas, unos bancos de madera muy descuidados y unos loros verdes con pecho blanco bastante escandalosos que se instalaron ahí a fines de los años setenta.
Sobre el origen de los loros hay varias versiones que en lo único que coinciden es en que los loros se asentaron ahí por culpa de una bancarrota. Hay una que dice que el quebrado era el dueño de un negocio de mascotas, otra, la que más me gusta a mí, dice que en realidad era el dueño de un circo. Sea verdadera una, o la otra, o ninguna de las dos, lo cierto es que, librados a su suerte, los loros construyeron dos enormes nidos sobre sendos postes de electricidad y lo que además es cierto fuera de toda discusión es que los loros son argentinos. No es el loro barranquero, no, y tampoco es tan chillón, pero parece ser el más argentino de los loros, uno que se llama, justamente, Cotorra Argentina.
Cuando me enteré que el loro era argentino casi digo "¡Ya me parecía!", pero seguramente me contuve para que mi marido no me dijera que todo me hace acordar a Buenos Aires. Es que no podía ser de otra manera. Justo en esa plaza, en las tardes un poco frescas y soleadas de la primavera o el principio del otoño, si uno por un momento se distrae o se relaja y se olvida de pensar, la combinación de loros, palomas y faroles antiguos, junto con el ruido del tráfico y un olor muy particular, causa la exacta sensación de estar sentado en Plaza de Mayo. Y yo me he encontrado ahí, quietita, esperando a ver si aparecían los Granaderos para hacer el cambio de guardia en la Catedral, o descubrir alguna viejita vendiendo maíz para las palomas que, igual que en la plaza porteña, son demasiadas.
Hoy este blog empieza su tercer año de vida. El blog de una argentina que vive en Bruselas pero que a veces se quiere imaginar en Buenos Aires.