viernes, 17 de septiembre de 2010

La perfección no existe

Este domingo hay elecciones en Suecia, el país al que estudios como este o este catalogan como la mejor democracia del mundo. Sus hermanos menores del otro lado del estrecho, sin embargo, le están cuestionando el lugar con argumentos bastante convincentes, por lo menos para ellos mismos.

Aunque en apariencia las elecciones tratan sobre el Estado de Bienestar y su relación con la inmigración no occidental, durante la campaña salieron a relucir una cantidad abrumadora de temas de discusión, casi todos relacionados con la práctica y teoría de la democracia. El toque pintoresco lo dieron políticos de la derecha danesa reclamando observadores de la OSCE para garantizar que haya elecciones limpias. Lo cierto es que durante los últimos meses analistas de opinión y politólogos de los dos lados del charco se han mantenido bien ocupados investigando tendencias, actitudes, creencias, sentimientos y posturas políticas según ubicación social y/o geográfica.

Con lo que siempre me gustaron las elecciones, sigo el debate preelectoral pero solamente desde los diarios daneses – aunque los idiomas escandinavos son bastante parecidos y una vez que uno sabe uno puede leer los otros dos haciendo un cierto esfuerzo, hay material de sobra para entretenerse en un solo idioma. Entre los temas que se debaten aparecieron el de los límites de la libertad de expresión, la calidad del debate público, la educación de los votantes, el rol de las elites políticas como verdaderas representantes del pueblo, las relaciones de género en la política, las ventajas y desventajas de los diferentes sistemas electorales, el rol de la educación en la calidad de la democracia y también, claro, el de la integración, o no, de los inmigrantes.

Así, me enteré que Suecia tiene un sistema de boleta por partido, como Argentina (Dinamarca usa un sistema de cruces en boleta única, como Bélgica), pero las boletas están fuera del cuarto oscuro y el votante elige lo que quiere votar delante de la gente que esté ahí para verlo. Cada partido es responsable de tener boletas propias en el lugar de las elecciones. Otra cosa que diferencia a los dos países es que en Dinamarca un partido requiere de una cierta cantidad de gente para poder presentarse a elecciones. En Suecia cualquiera (hasta una persona sola y sin simpatizantes) puede presentarse a elecciones hasta el mismo día, con la única condición que se imprima por sí mismo las boletas y las reparta por todo el país. Para los daneses lo de elegir la boleta fuera del cuarto oscuro es una especie de coerción social que limita el ejercicio de la democracia. Los suecos dicen que el mínimo requerido para ser partido es lo que la limita, lo que rebaten los daneses diciendo que esa libertad para presentarse hasta el último día es sólo formal, ya que la obligación de imprimir sus propias boletas (y repartirlas en un país enorme) la convierte en una ficción y en la realidad funciona igual que la exigencia del mínimo de afiliados.

La inmigración proveniente de países no occidentales da también lugar a otros entredichos. Suecia tiene muchos más inmigrantes en relación a su población que Dinamarca, pero supuestamente un nivel de tolerancia mucho mayor que resulta en la, hasta ahora, no existencia de un partido político anti-inmigración con representación parlamentaria, tal como sí hay en Dinamarca. El partido anti-inmigración existe y se llama Sverigedemokraterna, pero hasta ahora no ha conseguido superar nunca la barrera necesaria para entrar al Riksdagen, entre otras cosas porque parece ser que se le restringe sin demasiados tapujos el acceso a los medios.

Dos ejemplos de ello fueron el rechazo a la divulgación de este video en un canal de televisión (acá la versión censurada) y el dejarlos afuera del debate televisivo final entre los candidatos principales de cada partido antes de las elecciones.  La censura la justifican diciendo que entre los límites a la libertad de expresión está el de no discriminar ni estigmatizar a las minorías, mientras que al debate televisivo sólo se invita a los partidos que ya están representados en el parlamento, lo que hay que reconocer que hace más difícil la entrada a los nuevos. Los daneses, mientras tanto, se han empezado a preguntar, aunque hay que reconocer que impulsados por sus vecinos, si la tolerancia a que cualquier opinión intolerante tenga espacio de sobra no terminará llevando a que el debate público se convierta en un griterío de opiniones polarizadas, llenas de prejuicios, odios y xenofobia que excluyen a las más necesarias sabias y moderadas.

El resultado electoral del debate se verá cuando termine el domingo. Por los resultados de las encuestas, da la impresión que la coalición de centroderecha actualmente en el gobierno va a seguir sin ayuda de los “impresentables”, aunque al comienzo de la campaña parecía imposible. Al igual que lo que está pasando en Dinamarca, la izquierda perdió fuerza a último momento, así que en algo se parecen.

lunes, 14 de junio de 2010

Los continentes

En la explanada del Musée d'Orsay, en París, hay seis estatuas de bronce negro donde sendas figuras femeninas representan a los continentes. La primera pregunta que pasa por la cabeza es por qué seis, si los continentes son sólo cinco. La respuesta es que hay dos Américas, la del Norte y la del Sur.

Las estatuas se hicieron para la exposición universal de 1878 y fueron cambiando de lugar hasta que se instalaron ahí con la inauguración del Museo en 1985. Cada dama muestra los principales rasgos étnicos de su pueblo, salvo el color, ya que son todas negras. Además están todas bastante despechugadas, con la excepción de la púdica Europa que viste una especie de túnica.

Así, la europea tiene una nariz levemente aguileña y rasgos clásicos, la africana, nariz y labios gruesos, la asiática, ojos rasgados, pelo lacio, boca y nariz pequeñas, la oceánica, el pelo revuelto, la frente protuberante y un aire indómito, la norteamericana, plumas y nariz aguileña.

Por alguna extraña razón que tendrá su explicación en el imaginario colectivo francés, la sudamericana se parece a la europea, pero es más linda.

domingo, 21 de febrero de 2010

Sin GPS

Hay un barrio en Bruselas lleno de rotondas y de calles arboladas al que creo que conozco de memoria pero en el que últimamente me pierdo demasiado seguido. Debe ser porque es invierno y está oscuro. Salgo mal de una rotonda y,  distraída como voy, recién me doy cuenta que estoy yendo por el camino equivocado como a los 100 metros. El problema con las calles que salen de las rotondas es que se abren en diagonal, como los rayos de una bicicleta. Si uno agarra una distinta a la que tenía que elegir, pierde el rumbo y se aleja cada vez más del lugar al que estaba yendo. Cuando me doy cuenta que me equivoqué insulto un poco pero no me molesta demasiado. Perderse sirve para conocer caminos nuevos y cambiar de golpe las rutinas.

Pero al cabo de un rato, en ese barrio oscuro, no reconozco nada. Aparecen plazas que no había visto nunca, boulevares que quién sabe a dónde llevan, esquinas en las que no sé para qué lado doblar. Y todo eso mal iluminado, porque las ramas de los árboles que la municipalidad lleva años sin podar tapan todos los faroles. Así que ni sacar uno de mis amados mapas me sirve, porque ni siquiera consigo ver los nombres de las calles y, si los viera, no sabría si van para el Norte o para Sur, el Centro o las afueras.

Así, deambulo por un rato, dando vueltas y vueltas, ensayando a veces doblar a la derecha, otras veces a la izquierda. De vez en cuando me sobresalto un poco, las sombras no dejan ver lo que pasa, siento pasos atrás mío, sombras que se mueven, un gato que chilla como si fuera un bebé abandonado que llora, el aleteo de una paloma o el graznido de algún cuervo que se esconden entre los arbustos de los jardines vacíos.

Al final, doblo en una esquina y veo algo de iluminación al fondo de la calle que me lleva a una avenida que conozco. Ver las luces de la avenida, reconocer el sentido del tráfico, me tranquiliza. Descubro que estoy lejísimos de casa pero ya sé a dónde ir.

Mientras camino, pienso que, a veces, las calles sirven de metáforas de la vida.

miércoles, 10 de junio de 2009

De mapas y parejas de mandones

Hay un libro bastante conocido que se llama Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no saben leer los mapas. Si el libro tiene razón, el GPS debería ser un invento exclusivamente creado para las mujeres, ya que el aparato habla, y con unas vocecitas bastante irritantes, valga la aclaración.

En casa es al revés, yo adoro leer mapas y al marido le encanta escucharme. Tanto, que hasta lo usa para quedarse dormido. "Seguí contándome mientras me quedo dormido", me dice. Yo nunca supe muy bien cómo tomarlo, la verdad sea dicha, porque parece ser que, pese a usarlos de somnífero, mis cuentos lo duermen pero no lo aburren.

El caso es que viajando por lugares desconocidos nos llevamos de perlas, pero sólo cuando él maneja. Él maneja, yo leo el mapa. Como aunque sepa leer mapas soy mujer, lo doy vuelta como sea necesario si vamos en otra dirección que no sea Norte – tal como dice el libro que hacemos las mujeres – y voy encontrando las calles, las rutas o lo que sea y diciéndole: "Dentro de tres calles doblá a la izquierda", "Después del puente que viene, andá en dirección a tal pueblo", "Cuando veas el cartel que dice Ciudad X, cambiá de autopista", y así. Él me hace caso en todo y aunque yo de vez en cuando me equivoque, no protesta ni una sola vez, aunque el costo de la equivocación sea una media hora de vueltas extras porque se me pasó la salida de una autopista.

El único problema es que a los dos nos gusta manejar por lugares desconocidos y caminos nuevos y yo, encima, tengo debilidad por manejar autos alquilados. Pero con el señor de copiloto la cosa cambia un poco. En lugar de ponerse a estudiar el mapa, ir mirando por dónde vamos y decirme para qué lado tengo que ir, el tipo se pone a mirar cómo manejo. "Poné segunda", "No sueltes el embriague tan rápido", "Sacá el guiño", "Cuidado con ese auto", "Frená más suave" se suceden, una detrás de otra, las indicaciones. La mejor de todas: "Eh, mirá que el semáforo se pone en rojo".

Indicaciones irrelevantes, porque jamás me pasé un semáforo en rojo ni me olvidé de cambiar de marcha. Pero sobre todo, inoportunas, porque lo que yo necesito es que me indique el camino, no que me enseñe de vuelta a manejar. "¡Dejame de joder con los semáforos y decime para dónde tengo que ir!", le grité un día, donde me tenía más perdida que turco en la neblina, en el medio de tres carriles y sin saber si ir a la izquierda o a la derecha, porque en lugar de dedicarse a leer el mapa se distraía y me distraía pensando que evitaba que tuviéramos un accidente gracias a su dedicación en darme instrucciones viales.

A lo mejor, como dice este señor, necesitamos un GPS. Pero yo me resisto. Con lo que me gusta leer mapas.

martes, 12 de mayo de 2009

Hijo menor dixit

El hijo menor, atacado por alguna fiebre puberal, no se ha estado portando demasiado bien en la escuela durante un tiempo. Llega a casa deprimido y enojado con las maestras que, según él, son injustas, lo tienen de punto y no escuchan razones. Después de algunas idas y venidas, reuniones de los padres con los maestros en presencia del hijo, conversaciones bilaterales entre los padres y el hijo y entre los padres y los maestros, parece que la cosa empieza a mejorar.

Pasan los días y una de las maestras, la de danés, que acaba de llegar a la escuela y lo conoce desde hace unos cinco o seis meses, empieza a mandarnos un e-mail semanal contando lo bien que se porta el crío y lo bien que escribe cuando se porta bien.

– Che, le digo apenas me lo vuelvo a encontrar, con un poco de sorna. – ¡Tu maestra acaba de descubrir que sabés escribir!

– ¿Viste, mamá? Es que los maestros cuando se juntan, nomás se cuentan las cosas malas, me explica, sacudiendo la cabeza y con su mejor cara de adolescente incomprendido en un mundo de adultos medio idiotas.

viernes, 8 de mayo de 2009

Hijo mayor dixit

– ¡Qué linda que era!, dice, con su mejor cara de mujeriego empedernido pero romántico, mientras se queda pensando.

Y termina: "La verdad, no me acuerdo mucho de su cara, aunque sí me acuerdo que era tan pero tan linda"

(Se trataba de una bella congolesa como diez años más grande que él, a la que una tarde, mientras les hacían a los dos unos dreadlocks en una peluquería especializada en ello, no le pudo despegar los ojos de encima durante todo el tiempo que duró el trenzado).

lunes, 2 de febrero de 2009

¡Qué difícil!

Esto de ser suegra es todo un shock.

Sobre todo cuando una tiene dos hijos y cinco nueras.

lunes, 19 de enero de 2009

San Cannabis

San Canuto de Dinamarca, Knud den Hellige para los daneses, fue un rey de Dinamarca que vivió entre 1043 y 1086, apenas 43 años. Aunque para la época era bastante, el pobre rey murió antes de lo que le hubiera dado el físico, asesinado cerca del altar de una de las primeras iglesias del país. Cerca de ahí hoy hay otra un poco más imponente que lleva su nombre, donde además de sus huesos santificados, están enterrados algunos de los pocos reyes católicos que hubo por esas tierras, entre ellos el yerno de Carlos V.

El tío abuelo de San Canuto era Canuto el Grande, rey de Dinamarca, Inglaterra, Noruega y, como le gustaba decir a él, “algunos suecos” hasta que se murió. El Gran Canuto fue el rey más poderoso que alguna vez haya tenido el Norte, símbolo del poder de los vikingos en el primer cambio de milenio. El sobrino nieto no quería quedarse atrás y además de imponer un férreo aumento de la autoridad real en Dinamarca, donde hasta entonces los príncipes locales disponían de bastante autonomía, tenía todas las intenciones de volver a invadir Inglaterra para sacársela al rey inglés, un usurpador normando bastante conocido como Guillermo El Conquistador.

Mientras preparaba la invasión, se le rebelaron las tropas, los paisanos, los nobles y los parientes y le tendieron una emboscada en la iglesia de Sankt Albani, donde lo asesinaron sin demasiados miramientos junto con su hermano más chiquito. Al poco tiempo empezaron a correr rumores sobre ciertos sucesos que hoy algunos llamarían “milagros” y otros “cuentos del tío” y uno de los hermanos que sobrevivió convenció al Papa para que lo convirtiera en santo.

El caso es que hoy es el día de San Canuto y por esas filtraciones culturales que tiene la vida, en Madrid se festeja desde hace muchos años. San Canuto terminó siendo el patrón de los fumadores de porro y aunque medio desanimados por el frío y la humedad, los amantes del cannabis se reúnen hoy por toda España en una especie de fumata colectiva para pedir por su legalización.

Mientras tanto, un equipo de médicos forenses de Dinamarca, que parece no haberse enterado de la ocupación celestial de su antiguo rey, se ha dedicado a investigar sus despojos y ha llegado a la conclusión de que esos huesos de casi mil años posiblemente sean los de San Canuto y su hermano Benedicto. Lo notable es que descubrieron que el rey tenía solamente alrededor de 31 años cuando lo mataron. Es que fumar porro en el Cielo rejuvenece.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Cumpleaños


Hommage à la Belgique en Google:

Hoy es el cumpleaños de Magritte y Google se divierte poniéndolo en su logo. 110 años cumpliría hoy una de las dos o tres estrellas del Museo Real de Bellas Artes belga, que se está renovando a todo vapor para festejar a su artista preferido (y uno de los míos, también).

miércoles, 19 de noviembre de 2008

¿Será verdad?

"¡Mamá, qué tonta que sos!"

Escuchado dos veces en el mismo día, proveniente de distintos hijos.

(Se aprovechan que la madre anda medio distraída, los mocosos).

domingo, 9 de noviembre de 2008

Riget

Hay un libro que se llama 1001 Movies You Must See Before You Die que a lo mejor consigo que me regalen este año para Navidad, nomás para ver cuántas me faltan. Mirando la lista de 25 que aparece en el artículo de Wikipedia, supongo que es más o menos la mitad, lo mismo que me falta ver de esa lista de 25. Y 500 películas son un montón de películas, así que a la frecuencia con la que veo películas últimamente a lo mejor ni alcanzo, pero justo en estos días estoy viendo una de las 1001, aunque en realidad no es una película, sino una miniserie.

Riget es la miniserie más famosa de la historia de Dinamarca y está dirigida por el director de cine más original que haya nacido por ahí, Lars von Trier, uno de los grandes directores de cine europeo de la actualidad. Son 8 capítulos filmados en dos veces, los primeros 4 en el '94 y la segunda parte en el '97. Eso explica por qué no la ví antes: los dos estrenos fueron durante la Navidad en que cada uno de mis hijos tenía un año, época de la vida en que los padres tenemos nada más que tiempo para cuidar que no se maten mientras aprenden a caminar y se meten por todos lados y nada de nada para ver series por televisión.

Así que durante años escuché hablar maravillas de la bendita serie prometiéndome que algún día iba a ser. Lo bueno del atraso es que ahora la estamos viendo con los hijos, que ya alcanzaron la edad para ver una serie de horror sin morirse de miedo. Lo que sí, en lugar de verla toda de un golpe como uno hace cuando tiene todos los capítulos a mano, la estamos haciendo durar viendo sólo un capítulo por noche, acurrucados en el sofá, bien tapaditos y agarrados de la mano antes de ir a la cama, igual de muertos de miedo, pero de a cuatro.

El horror no es para nada uno de mis géneros favoritos pero esta serie es tan genial como lo cuenta su fama. "Riget" – en danés, El Reino – es el sobrenombre que se le da al hospital principal de Dinamarca, Rigshospitalet, el hospital del reino, con esa ironía de la que los daneses creen tener el monopolio. En realidad todo es una especie de pastiche, una serie de médicos, con ambulancias, guardias, médicos neuróticos y estresados, romances entre doctores y enfermeras, estudiantes robacadáveres y todos los detalles del tipo. Pero además es un cuento de miedo que se basa en el misterio que rodea al lugar sobre el que está construido el hospital, que incluye a una espiritista malcriada que al principio cae muy mal pero después despierta mucha ternura, los fantasmas del caso, los chirridos y crujidos necesarios, personajes siniestros, perturbadores u obsesivos y un ambiente bastante inquietante y atemorizador. Dicen que la gente que va al hospital después de haber visto El Reino no puede impedir sentir escalofríos y un cierto desasosiego. Yo seguro que no me animo ni a pisarlo.

Lo impresionante de la serie es la forma en la que está contada; como si fuera un chiste que da miedo, o una historia de miedo que da risa, un experimento sobre el miedo, el humor, las relaciones humanas, condimentada con un poco de sociología y, ya que estamos, economía de la salud. Todo en un ambiente color sepia, con los típicos movimientos de cámara del Dogma 95 que mi hijo mayor detesta pero algún día va a apreciar, con mucha economía de recursos y de plata y con un conjunto de actores impresionantes, entre los que se cuenta una pareja de mogólicos que trabajan de lavaplatos en los sótanos del hospital mientras hacen de relatores de la historia.

Hasta ahora ví nada más que los dos primeros capítulos, pero pareció ser suficiente para darme cuenta que la fama la tenía bien merecida y para seguirla desparramando. Lo único que hace que no la vea toda de una vez es que tendría que hacerlo sola y no me animo.

jueves, 30 de octubre de 2008

Efemérides

Raro día este. 25 años de mi primera vez, en una escuela que quedaba enfrente del Parque Rivadavia, el cuentakilómetros del auto que marca justo 100.000 kilómetros y una mañana llena de neblina helada que se cristaliza sobre el parabrisas.

domingo, 19 de octubre de 2008

Inventos para vagos

Mi amiga, la traductrice, me cuenta que existe un aparatito maravilloso llamado dictáfono, al que ella le habla mientras traduce un texto, y el aparatito va escribiendo. Me da una envidia bárbara el tal dictáfono y entonces pienso que un invento así es lo que yo necesito, aunque mejorado. No uno que escriba lo que digo, sino uno que vaya escribiendo lo que pienso. Mejor todavía, uno que sea resistente al agua y que pueda ir registrando todas las ideas fantásticas y las oraciones perfectas que se me ocurren mientras me baño, y que se me olvidan para siempre mientras me visto, me encremo y me perfumo en el camino de la ducha hasta el teclado de la compu.

domingo, 14 de septiembre de 2008

El arquitecto del desierto

En el Palais de Beaux Arts de Bruselas, mejor conocido como "Le Bozar", la primera Casa de la Cultura que se construyó en Europa y diseñada nada menos que por Victor Horta cuando había dejado el Art Nouveau para pasarse al Art Déco, se puede hacer de todo un poco: ver películas, ir al teatro, escuchar un concierto, pasar toda la tarde en una exposición de cualquier cosa. O en dos, o en tres...

Y eso fue lo que hicimos ayer a la tarde, llevados de la mano del hijo menor que, encandilado por el título de una exposición llamada "It's not only Rock 'n' Roll, Baby!", no sabía en la que se estaba metiendo.

Porque pagando el precio de un ticket combinado, gratis en el caso del hijo menor, uno accedía no sólo a la exposición donde ciertas estrellas del rock 'n' roll desde los '60 hasta los '00 mostraban sus más o menos felices experimentos plásticos, sino también a dos exposiciones fotográficas y a una de un escultor belga llena de unas máquinas de lo más lúdicas.

La exposición "Mapas abiertos", que era la que yo quería ver, llevaba ya como tres meses en Bruselas y, según tengo entendido, lleva además como tres años recorriendo el mundo mostrando el trabajo de una buena cantidad de fotógrafos latinoamericanos bastante jóvenes. Había fotos de artistas peruanos, ecuatorianos, venezolanos, brasileños, mexicanos y, por supuesto, cuatro o cinco argentinos, uno, cuyo nombre no consigo acordarme ahora, con una serie de fotos del suelo –literalmente– de mi patria que llevaba el más que poético nombre de "La pampa es como un cielo al revés".

La exposición está organizada alrededor de tres ejes: Rituales de identidad, Escenarios e Historias alternativas y yo, posiblemente influenciada por el edificio por el que estoy paseando, me quedo detenida en los escenarios. Ahí, entre unas impresionantes fotos de unos edificios caraqueños con nombres de porcelana pero con las ventanas cegadas y otras de los interiores falsos que sirven de decorado a las telenovelas, me encuentro con cuatro o cinco fotos de una Argentina que yo no conocía hechas por el fotógrafo Esteban Pastorino.

Repartidos por toda la provincia de Buenos Aires, pero más hacia el suroeste, como hacia la línea de los fortines de la época de Rosas y de Alsina, ahí donde los pueblos tienen nombres como Carhué, Guaminí o Saliqueló o sino de coroneles y generales de las campañas del desierto, hay 60 edificios que forman una colección especialísima. La historia es bastante rara, la verdad, y se puede leer más acá o acá. Es la historia de un arquitecto de lo más original, de nombre Salomone o Salamone, que durante cuatro años, de 1936 hasta 1940, bajo los auspicios de un gobernador bastante poco liberal, se dedicó a construir municipalidades, mataderos y cementerios dándose todos los gustos, experimentando con hormigón y materiales nobles de las pampas argentinas, jugando con varios estilos arquitectónicos modernistas desde el art-decó hasta el cubismo checo, todo, dicen, con cierta impronta fascista.

Pero los edificios son preciosos, y las fotos de Pastorino los muestran en su aspecto más alucinante, casi como si fueran los antiguos fantasmas de una Argentina que dan muchas ganas de recorrer y con la que tendría que diseñarse un nuevo circuito turístico: la Buenos Aires salamónica.

jueves, 21 de agosto de 2008

El Gran Cañadón de la Rue de la Loi

En Bruselas, uno baja del Parc du Cinquantenaire hacia el centro por la Rue de la Loi, que se llama así porque casi llegando al centro, enfrente del Parc de Bruxelles y del otro lado del Palacio Real, está el Parlamento Belga que posiblemente – o no, si las cosas salen bien – esté en camino a convertirse en obsoleto, lo que sería una lástima.

Pero de eso no trata este post, sino de otra cosa más rara. Hay un pedazo de la Rue de la Loi, el que va desde la Place Schuman, que es el centro político de Europa, hasta la Rue du Taciturne, justo a la entrada de un parquecito que parece un oasis de paz a la vera de un tráfico de los mil infiernos, donde se da un fenómeno atmosférico de lo más misterioso y del que yo no me canso de asombrarme. En ese tramo, la calle primero baja, hasta llegar al fondo de la vallée du Maelbeek, y después sube, todo en menos de 500 metros. A los costados, mientras vamos bajando, a la derecha está el famoso Berlaymont y enfrente, el Justus Lipsius, sede del Consejo Europeo. Casi al final de la bajada, a la derecha, hay un edificio con nombre de emperador, el Charlemagne y enfrente, pero un poquito en diagonal, un edificio bastante nuevo, también del Consejo Europeo, que se llama Lex 2000.

Y ahí, en esos 500 metros, en el medio de tanta burocrática civilización, sea invierno, verano, primavera u otoño, haya lluvia, sol, escarcha, nubes, 5 °C o 35 °C, granizo, nieve, truenos o relámpagos, sea el mediodía, la media mañana o la medianoche, vaya uno solo o acompañado, a pie o en bicicleta, concentrado o distraído, hay siempre viento. Uno no entiende muy bien por qué, porque todo parece de lo más pacífico, pero de repente es como si el aire se embolsara y se soltara al mismo tiempo entre todos esos edificios emblemáticos y uno se siente por un rato, apenas por un instante extrañísimo, en el medio de una tormenta de viento patagónico, y se queda boqueando sobresaltado, casi sin respiración, sorprendido y admirado de que pueda haber pasado eso nada más que por la rara conjunción de una bajada, una subida y tres o cuatro edificios casi transparentes.