La forma más linda de viajar
La forma en que a mí más me gusta viajar de todas es en tren. Desde chiquita. Creo que el primer viaje largo que me acuerdo fue uno de Buenos Aires a La Pampa, solas mi mamá, mi hermana y yo, cuando le tomé el gustito a viajar en tren y a la panceta ahumada.
Después hay otros inolvidables, como uno entre Bariloche y Buenos Aires en el que mi marido aprendió a tomar mate y a jugar al truco, mientras yo le presentaba la Argentina. Uno nocturno entre Algeciras y Barcelona, lleno de magrebíes y otros turistas, entre los que me encontré a un brasileño rubiecito y políglota que me confesó su amor por un marroquí que andaba por ahí mientras tomábamos champagne tibio. Otro por el corazón de Suecia, con el sol de medianoche filtrándose entre los bosques de abedules, montones de mosquitos y algún alce perdido entre las vías. Y todas las veces que iba a visitar a mi abuela, la inmortal.
Así que si hay algo que me pone triste es pensar que, si alguna vez se presenta la oportunidad, ya no podré recorrer a la Argentina en tren con mis hijos, o mis nietos. Y si hay algo que me hace sentir muy impotente es ver que se está por construir un tren de lo más raro y desubicado en lugar de la red de trenes que Argentina necesita y se merece. Gracias a Alex, descubrí una página donde parece que hay otra gente que piensa parecido. Para entrar, hay que hacer clic en la foto de arriba. Yo no sé si este proyecto sirve para algo, pero si juntando firmas se consigue, vale por lo menos el intento.