viernes, 17 de septiembre de 2010

La perfección no existe

Este domingo hay elecciones en Suecia, el país al que estudios como este o este catalogan como la mejor democracia del mundo. Sus hermanos menores del otro lado del estrecho, sin embargo, le están cuestionando el lugar con argumentos bastante convincentes, por lo menos para ellos mismos.

Aunque en apariencia las elecciones tratan sobre el Estado de Bienestar y su relación con la inmigración no occidental, durante la campaña salieron a relucir una cantidad abrumadora de temas de discusión, casi todos relacionados con la práctica y teoría de la democracia. El toque pintoresco lo dieron políticos de la derecha danesa reclamando observadores de la OSCE para garantizar que haya elecciones limpias. Lo cierto es que durante los últimos meses analistas de opinión y politólogos de los dos lados del charco se han mantenido bien ocupados investigando tendencias, actitudes, creencias, sentimientos y posturas políticas según ubicación social y/o geográfica.

Con lo que siempre me gustaron las elecciones, sigo el debate preelectoral pero solamente desde los diarios daneses – aunque los idiomas escandinavos son bastante parecidos y una vez que uno sabe uno puede leer los otros dos haciendo un cierto esfuerzo, hay material de sobra para entretenerse en un solo idioma. Entre los temas que se debaten aparecieron el de los límites de la libertad de expresión, la calidad del debate público, la educación de los votantes, el rol de las elites políticas como verdaderas representantes del pueblo, las relaciones de género en la política, las ventajas y desventajas de los diferentes sistemas electorales, el rol de la educación en la calidad de la democracia y también, claro, el de la integración, o no, de los inmigrantes.

Así, me enteré que Suecia tiene un sistema de boleta por partido, como Argentina (Dinamarca usa un sistema de cruces en boleta única, como Bélgica), pero las boletas están fuera del cuarto oscuro y el votante elige lo que quiere votar delante de la gente que esté ahí para verlo. Cada partido es responsable de tener boletas propias en el lugar de las elecciones. Otra cosa que diferencia a los dos países es que en Dinamarca un partido requiere de una cierta cantidad de gente para poder presentarse a elecciones. En Suecia cualquiera (hasta una persona sola y sin simpatizantes) puede presentarse a elecciones hasta el mismo día, con la única condición que se imprima por sí mismo las boletas y las reparta por todo el país. Para los daneses lo de elegir la boleta fuera del cuarto oscuro es una especie de coerción social que limita el ejercicio de la democracia. Los suecos dicen que el mínimo requerido para ser partido es lo que la limita, lo que rebaten los daneses diciendo que esa libertad para presentarse hasta el último día es sólo formal, ya que la obligación de imprimir sus propias boletas (y repartirlas en un país enorme) la convierte en una ficción y en la realidad funciona igual que la exigencia del mínimo de afiliados.

La inmigración proveniente de países no occidentales da también lugar a otros entredichos. Suecia tiene muchos más inmigrantes en relación a su población que Dinamarca, pero supuestamente un nivel de tolerancia mucho mayor que resulta en la, hasta ahora, no existencia de un partido político anti-inmigración con representación parlamentaria, tal como sí hay en Dinamarca. El partido anti-inmigración existe y se llama Sverigedemokraterna, pero hasta ahora no ha conseguido superar nunca la barrera necesaria para entrar al Riksdagen, entre otras cosas porque parece ser que se le restringe sin demasiados tapujos el acceso a los medios.

Dos ejemplos de ello fueron el rechazo a la divulgación de este video en un canal de televisión (acá la versión censurada) y el dejarlos afuera del debate televisivo final entre los candidatos principales de cada partido antes de las elecciones.  La censura la justifican diciendo que entre los límites a la libertad de expresión está el de no discriminar ni estigmatizar a las minorías, mientras que al debate televisivo sólo se invita a los partidos que ya están representados en el parlamento, lo que hay que reconocer que hace más difícil la entrada a los nuevos. Los daneses, mientras tanto, se han empezado a preguntar, aunque hay que reconocer que impulsados por sus vecinos, si la tolerancia a que cualquier opinión intolerante tenga espacio de sobra no terminará llevando a que el debate público se convierta en un griterío de opiniones polarizadas, llenas de prejuicios, odios y xenofobia que excluyen a las más necesarias sabias y moderadas.

El resultado electoral del debate se verá cuando termine el domingo. Por los resultados de las encuestas, da la impresión que la coalición de centroderecha actualmente en el gobierno va a seguir sin ayuda de los “impresentables”, aunque al comienzo de la campaña parecía imposible. Al igual que lo que está pasando en Dinamarca, la izquierda perdió fuerza a último momento, así que en algo se parecen.