miércoles, 10 de junio de 2009

De mapas y parejas de mandones

Hay un libro bastante conocido que se llama Por qué los hombres no escuchan y las mujeres no saben leer los mapas. Si el libro tiene razón, el GPS debería ser un invento exclusivamente creado para las mujeres, ya que el aparato habla, y con unas vocecitas bastante irritantes, valga la aclaración.

En casa es al revés, yo adoro leer mapas y al marido le encanta escucharme. Tanto, que hasta lo usa para quedarse dormido. "Seguí contándome mientras me quedo dormido", me dice. Yo nunca supe muy bien cómo tomarlo, la verdad sea dicha, porque parece ser que, pese a usarlos de somnífero, mis cuentos lo duermen pero no lo aburren.

El caso es que viajando por lugares desconocidos nos llevamos de perlas, pero sólo cuando él maneja. Él maneja, yo leo el mapa. Como aunque sepa leer mapas soy mujer, lo doy vuelta como sea necesario si vamos en otra dirección que no sea Norte – tal como dice el libro que hacemos las mujeres – y voy encontrando las calles, las rutas o lo que sea y diciéndole: "Dentro de tres calles doblá a la izquierda", "Después del puente que viene, andá en dirección a tal pueblo", "Cuando veas el cartel que dice Ciudad X, cambiá de autopista", y así. Él me hace caso en todo y aunque yo de vez en cuando me equivoque, no protesta ni una sola vez, aunque el costo de la equivocación sea una media hora de vueltas extras porque se me pasó la salida de una autopista.

El único problema es que a los dos nos gusta manejar por lugares desconocidos y caminos nuevos y yo, encima, tengo debilidad por manejar autos alquilados. Pero con el señor de copiloto la cosa cambia un poco. En lugar de ponerse a estudiar el mapa, ir mirando por dónde vamos y decirme para qué lado tengo que ir, el tipo se pone a mirar cómo manejo. "Poné segunda", "No sueltes el embriague tan rápido", "Sacá el guiño", "Cuidado con ese auto", "Frená más suave" se suceden, una detrás de otra, las indicaciones. La mejor de todas: "Eh, mirá que el semáforo se pone en rojo".

Indicaciones irrelevantes, porque jamás me pasé un semáforo en rojo ni me olvidé de cambiar de marcha. Pero sobre todo, inoportunas, porque lo que yo necesito es que me indique el camino, no que me enseñe de vuelta a manejar. "¡Dejame de joder con los semáforos y decime para dónde tengo que ir!", le grité un día, donde me tenía más perdida que turco en la neblina, en el medio de tres carriles y sin saber si ir a la izquierda o a la derecha, porque en lugar de dedicarse a leer el mapa se distraía y me distraía pensando que evitaba que tuviéramos un accidente gracias a su dedicación en darme instrucciones viales.

A lo mejor, como dice este señor, necesitamos un GPS. Pero yo me resisto. Con lo que me gusta leer mapas.

17 comentarios:

Ulschmidt dijo...

Cuantas verdades! A mi me gusta leer mapas y manejar también y me parece que:
- El que maneja regularmente presta mucha mas atención al camino y el acompañante se deja llevar.
- La gente criada en el campo y en pueblos chicos siempre ubicamos el norte (así sea mal) siempre lo tenemos asignado en la brújula mental. Cuando nos dan un mapa lo giramos hasta hacer coincidir el norte del mapa con el norte mental (hombres y mujeres) mientras que el entrenamiento cartográfico es poner el norte arriba siempre.
Pero también leo mapas en casa y planifico viajes de todo tipo. He viajado sobre el papel un montón. LIndo post.

zorgin dijo...

paradojicamente es más dificil ser un navegante confiable que un chofer diestro.
y para ser un navegante confiable, le deben gustar los mapas y viajar por de ellos

Fodor Lobson dijo...

jajajaja, yo soy un poco como usted y un poco como su marido: cuando voy de copiloto me encanta leer el mapa y guiar, pero no puedo evitar el "guarda con la moto", "andá poniendo el guiñe"etc.
Eso sí cuando yomanejo, me tienen que guiar sin criticar mi forma demanejar. Al que abra la boca,lo bajo del auto.
=P

Miroslav Panciutti dijo...

Antes yo era como tu marido; reconozco que resultaba muy irritante para mi ex-mujer cuando conducía, hasta el extremo que optó por no hacerlo cuando íbamos juntos. Ahora creo que me he moderado, lo que no impide que de vez en cuando se me escapen algunas exclamaciones de ese tipo.

En cuanto a lo de la capacidad femenina como copilotos (lectura de mapas y dar instrucciones sobre la marcha) me da la impresión de que eres de las excepciones que confirman la regla. Un beso.

Julia dijo...

Uh... los mapas están complicados. Los de ciudades, con callecitas diminutas y sin marcar la mano o preferencia son una tortura.

Para ser buen copiloto hay que saber manejar, y también hay que saber callarse la boca.

Como hace apenas unos meses que aprendí a manejar, también estoy aprendiendo recién a moverme en un vehículo y soy desastrosa como acompañante. Mi marido hace más de 15 años que maneja, pero también es desastroso (le falla la parte de no dar instrucciones al pedo).

Es curiosa la psicología del conductor de vehículos, ¿no? Hay un tema de identificación, estilo de conducir, amor por el coche en cuestión...

Alex dijo...

jajajajaja, a mí también me encanta leer mapas, aunque deberían hacer mapas personalizados, los míos tendrían puntos de interés, por ejemplo, doblar unos metros después de la tranquera blanca, seguir dos kilómetros después de los paraísos y así.

rene orlando dijo...

Muy bueno el comentario, se lo dice un coleccionista de mapas que -por supuesto- siempre escucha a su esposa.

Bruno Bimbi dijo...

ana, respondí tu pregunta en bando-neon.blogspot.com
abrazo
bruno

Mariano T. dijo...

En casa damos con el estereotipo, yo amo los mapas, y mi mujer es incapaz de ubicarse en ellos, eso que es arquitecta (¡TE DIJE MIL VECES QUE UNA COSA ES UN PLANO Y OTRA COSA UN MAPA!)
Una vez en la atagonia llegamos a hacer 80 km de más.
El GPS es la solución, sobre todo desde que al viejito mío que uso para medir campos, le conseguí un cable para enchufar al encendedor.

Andrés el Viejo dijo...

Usted es más tolerante que mi segunda ex mujer. Dormirme mientras me hablaba fue una de las causas por las que pasó a ser ex.
Saludos

P dijo...

La vida es esto. Prestémosle atención a los
detalles. Al calorcito humeante del pis, a sacar la basura, a viajar apretados
en colectivo. Si no disfrutamos eso, ¿qué nos queda?

ElQuique dijo...

Yo tengo unmétodo de orientación casi infalible: hacer exactamente lo contrario a lo que me sugiere mi mujer.
Si dice "para mí es a la derecha" casi seguro que es a la izquierda.
Nadie como mi mujer posee un sentido de la orientación tan estrictamente inverso.

cansarnoso dijo...

lees mapas en japonés?
o equivocaron totalmente el rumbo?
eso sí, por el último post parece que no durmieron afuera, porque encontraron un motel

Ana C. dijo...

Bue, limpié los yuyos. Ahora a ver si plantamos algo.

el ojo con dientes dijo...

Ah, me encantó el blog. Fresco.

rinconete dijo...

Mi caso es más fácil, casi ideal. Me casé con una urbanista que adora manejar. Mi tarea consiste en cebar mate tratando de que el agua caliente no me queme las rodillas. A veces también doy mi opinión sobre algún camino alternativo, pero para eso antes tengo que entender el mapa.

Tincho dijo...

Es un santo al volante ana, mas no le pidas, jeje