martes, 12 de mayo de 2009

Hijo menor dixit

El hijo menor, atacado por alguna fiebre puberal, no se ha estado portando demasiado bien en la escuela durante un tiempo. Llega a casa deprimido y enojado con las maestras que, según él, son injustas, lo tienen de punto y no escuchan razones. Después de algunas idas y venidas, reuniones de los padres con los maestros en presencia del hijo, conversaciones bilaterales entre los padres y el hijo y entre los padres y los maestros, parece que la cosa empieza a mejorar.

Pasan los días y una de las maestras, la de danés, que acaba de llegar a la escuela y lo conoce desde hace unos cinco o seis meses, empieza a mandarnos un e-mail semanal contando lo bien que se porta el crío y lo bien que escribe cuando se porta bien.

– Che, le digo apenas me lo vuelvo a encontrar, con un poco de sorna. – ¡Tu maestra acaba de descubrir que sabés escribir!

– ¿Viste, mamá? Es que los maestros cuando se juntan, nomás se cuentan las cosas malas, me explica, sacudiendo la cabeza y con su mejor cara de adolescente incomprendido en un mundo de adultos medio idiotas.

viernes, 8 de mayo de 2009

Hijo mayor dixit

– ¡Qué linda que era!, dice, con su mejor cara de mujeriego empedernido pero romántico, mientras se queda pensando.

Y termina: "La verdad, no me acuerdo mucho de su cara, aunque sí me acuerdo que era tan pero tan linda"

(Se trataba de una bella congolesa como diez años más grande que él, a la que una tarde, mientras les hacían a los dos unos dreadlocks en una peluquería especializada en ello, no le pudo despegar los ojos de encima durante todo el tiempo que duró el trenzado).