jueves, 29 de noviembre de 2007

De Luxemburgo a la India

Casi todas las noches cuando vuelvo a mi casa del trabajo, paso por la Place de Luxembourg. Mientras me voy acercando en bicicleta, siento el ruido de un montón de gente que habla y se ríe. El ruido se escucha como a 100 metros y se va haciendo ensordecedor a medida que uno se acerca, un estruendo de multitud parlante pero pacífica que llama más la atención porque no hay demasiado tráfico. Cuando uno llega los ve.

Sentados o parados alrededor de mesas altas o bajas, consumiendo la mayor variedad de cervezas que uno pueda encontrar en una sola plaza, hay aproximadamente entre quinientos y mil solteros y solteras en edad de merecer que se juntan ahí cuando salen del trabajo mientras deciden que van a hacer el resto de la noche.

Es un lugar lindo para juntarse, sobre todo en verano. La plaza de Luxemburgo es una de las plazas más tradicionales de Bruselas. Era la plaza que rodeaba a la estación de Luxemburgo, la estación de tren más vieja de Europa. De ahí salía, y sale, como su nombre lo indica, el tren hacia Luxemburgo. La línea de ferrocarril fue construída, como la mayor parte de las líneas de ferrocarril sobre el planeta Tierra, por una compañía inglesa y formaba parte de una línea mucho más extensa que juntaba Londres con la India pasando por Italia.

La plaza tiene hoy un aspecto muy distinto al de entonces. Detrás de la estación, que ahora es una moderna estación subterránea, se construyó la sede bruxelloise del Parlamento Europeo, un edificio al que a veces se llama Le Caprice des Dieux, una especie de doble broma que se refiere por un lado a cómo se toman algunas decisiones en Las Europas y por otro a la forma oval del edificio, parecido a este queso.

De la vieja estación de Luxemburgo sólo queda hoy la fachada que se ve en la foto. Hace algunos años, entre la construcción del Parlamento y la renovación de la estación, estuvo a punto de ser demolida por completo, pero se formó un movimiento de protesta para salvar el viejo edificio. Al final, lo único que sobrevivió fue la antigua fachada que quedó integrada de una forma de lo más interesante a las enormes alas del edificio que domina en estos días toda la escena de la plaza.

Y yo, que adoro las estaciones, los trenes y, sobre todo, los viajes en tren, me imagino cada vez que paso por ahí cómo habrá sido tomarse el tren en ésa estación hace 150 años teniendo como destino la India.

martes, 20 de noviembre de 2007

La incongruencia del lujo

En los supermercados belgas suelen poner el kiosco de diarios y revistas cerca de las cajas, para que uno se distraiga y se entretenga leyendo algo mientras hace la cola para pagar. El caso es que sábado por medio me tiento con alguna de esas revistas para mujeres bien brillantes donde dos o tres artículos bastante superficiales se pierden entre las páginas de moda, de dietas, de recetas de cocina y, sobre todo, las páginas y páginas de publicidades de cosméticos, cremas caras y perfumes.

Esta semana me tenté con una que en la tapa decía:

la paz
el espacio
el agua
la belleza
el tiempo
el silencio
la simplicidad
estar bien

El verdadero lujo

Y yo, que ando buscando ideas para vaciar mi casa de todo lo que sobra, me dije, a ver si esta vez es algo original, y muestran cómo hace uno para sentirse rodeado de lujo sin comprar nada. Me llevé la revista a mi casa, impresa en papel reciclado, y adentro todo era lo mismo. Algunos artículos y entrevistas y en el resto, páginas y páginas de publicidad de cosas carísimas. ¡Hasta una crema para las arrugas de 600 euros había!

Todavía estoy leyéndola, así que hay que reconocerle algo más de contenido que a las otras, pero la primera conclusión a la que llegué es que, según esta revista, para disfrutar de los lujos simples primero hay que poder deselegir los otros.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Memoriosa

Mi primer recuerdo "político" es del día que derrocaron a Onganía. Mientras escuchábamos las noticias en la radio siempre desintonizada y chirriante de mi madre, ella me enseñaba a hacer barquitos de papel. A lo mejor fue porque lo aprendí ese día, o no, pero es lo único parecido al origami que sé hacer de memoria.