domingo, 19 de agosto de 2007

Hallazgo

Después de la historia del gato, tocó una tarde medio cortazariana. Descubrí que daban Blow up en el cine que a mí más me gusta de Bruselas, así que me preparé leyendo Las babas del diablo, otro cuento ambientado en mi isla preferida, y me fui a verla. Al volver a casa y de pura casualidad, en un blog encontré el video de una entrevista televisada al cronopio mayor. Es larguísima, era imposible verla todo el tiempo sentada frente a la compu, pero me gustó tanto el comienzo que me armé de la plancha y una pila de ropa, instalé la tabla de planchar en el estudio y la vi hasta el final.

Julito... Tenía 63 años y parecía, por su entusiasmo y su entrega, un chico de 16 altísimo y con barba, mientras hablaba con el periodista y le contaba cómo se le habían ocurrido Casa Tomada y La autopista del Sur en su castellano lleno de erres guturales. En la entrevista cuenta algunas cosas que yo sabía y otras que no, su nacimiento en Bruselas, su infancia triste de niño prodigio, su relación con la universidad, el proceso de escribir Rayuela y todos sus otros libros, su estilo y sus costumbres de escritor, su vida de exiliado tardío y de lujo.

Recomendable para ver en combinación con una actividad paralela que no consuma más atención de la necesaria. Cortázar sirve hasta para soportar la plancha.

Además, para el que le interese, en Twitter hay un Proyecto Rayuela que está "leyendo" el libro en fragmentos de 140 caracteres como máximo. ¿Terminarán?

sábado, 18 de agosto de 2007

Animales salvajes

Hoy a la mañana tomaba el desayuno sentada frente a la compu y en eso siento un ruidito, un ruido raro que no tenía por qué estar allí, conmigo sola en casa. Me doy vuelta y me encuentro mirando frente a frente a un gato negro con patitas blancas.

Los dos nos pegamos un susto que nos tiró para atrás, pero en direcciones opuestas. Del susto ni le miré los ojos, que suele ser lo primero que me llama la atención de los gatos. El gato intruso había entrado por la cocina, que da al jardín, y subido lo más campante y silencioso por la escalera hasta el primer piso.

Decidida a echarlo, me levanto, y el gato, más asustado que yo, se subió al segundo piso. ¿Cómo hago para sacar este gato de mi casa? me pregunto y me quedé bien quieta, casi sin respirar, intentando resolver si bajaba a buscar una escoba o intentaba echarlo a revistazos.

El gato bajó, me volvió a mirar, y se puso a dar vueltas por todos los cuartos del primer piso buscando una salida, hasta que se metió en el living, dirigiéndose a la puerta que da al balcón. En algo estábamos de acuerdo, por lo menos, él quería salir y yo, que se fuera.

Conseguí cerrar la puerta y nos quedamos los dos encerrados en el living, a mí el corazón latiéndome como si estuviera encerrada con un tigre, o con una pantera negra, al fin de cuentas el gato debe ser el más salvaje de los animales domésticos.

El gato se fue derecho a la puerta y pegó un salto, dándose un flor de golpe contra el vidrio y se quedó colgado de las cortinas.

Imaginándome que en el próximo salto se me tiraba encima y se quedaba con las uñas enganchadas en mi pelo, o peor, en las pestañas, decido que la solución más inteligente es abrirle la puerta del balcón y hacia allí me dirigí encontrándome con un par de obstáculos para abrirla.

El gato, mientras tanto, después de darse otro golpe contra el vidrio, se subía a todos los muebles, dando vueltas desesperado por el cuarto. Al fin, conseguí abrir la puerta del balcón y salió. Tan asustado estaba el pobre que terminó escabulléndose por el rincón más raro y desapareció.

Hace uno o dos veranos una noche entró un murciélago por la ventana abierta y pasé por una odisea parecida. Parece ser que todos los animales salvajes deciden entrar a mi casa cuando me las tengo que arreglar sola para echarlos.

domingo, 12 de agosto de 2007

Twitter y The Kinks

Si yo no hubiera tenido la suerte de conocer a mi marido, creo que mi vida sería de lo más anárquica. Da fe de ello que cada vez que me quedo sola en casa, los horarios se me terminan de dar vuelta. Por lo menos, antes leía y veía películas. Ahora me pongo a pasear por Internet hasta que me aburro. Lo que fue el caso hoy. Y entonces caí en una trampa que venía evitando desde hace unos meses, Twitter. Es como bloguear, pero peor. Más corto, más inmediato, más impúdico.

Creo que la humanidad va a terminar desapareciendo por pura irrelevancia. En fin, lo que salva la noche es The Kinks.


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martes, 7 de agosto de 2007

Finite Incantatem

El año en que descubrí a Harry Potter, J.K.Rowling ya estaba bastante bien encaminada en eso de convertirse en la mujer más rica de Inglaterra y yo tenía un hijo de seis y otro de tres años a los que les encantaba escuchar cuentos antes de irse a dormir. Con la intención de comprar algún libro nuevo para el mayor, ese verano terminamos en una librería en Dinamarca y mientras yo curioseaba entre las novelas y los libros de decoración, mi marido se dejaba convencer por la librera para comprar tres novelas de una escritora inglesa que había escrito, según ella, una maravilla de la literatura infantil.

Esa noche, él les leyó el primer capítulo conmigo al lado. Apenas terminó de leerles y con los críos bien dormiditos, me apoderé del libro y no pude parar de leer hasta las tres de la mañana cuando lo terminé. Una mezcla de cuento de hadas y novela de aventuras, con misterios y magia y un montón de referencias mitológicas, todo eso situado a finales del siglo XX. ¿Qué más podía pedir una devoradora de cuentos desde la más tierna infancia como yo? La combinación de ser adicta a los cuentos y de la capacidad que tenemos las mamás para poner nuestro cerebro en sintonía con el de nuestros hijos hizo el resto.

En las dos noches siguientes me leí los otros dos, mientras mi marido y yo nos turnábamos para leerles el primero a los chicos, que habían quedado completamente enganchados con la historia, ya sabiendo que cuando terminara me iba a quedar con esa sensación de vacío que le queda a uno cada vez que termina una de esas novelas que lo internan en un mundo imaginario del que no quisiera salir. Pero como me pasa siempre, leo demasiado rápido, no hago pausas y al tercer día me había quedado fuera de Hogwarts, intentando ver más allá del tercer libro lo que pasaría en el futuro de los personajes.

El cuarto libro acababa de publicarse en inglés, así que me lo encargué pronto en Amazon y cuando llegó, descubrí bien contenta que tenía casi el doble de páginas que los otros. Lectura para dos días, por lo menos.

Por suerte, leer en voz alta no va tan rápido. Mientras les iba leyendo a los chicos, iba haciendo la relectura. A veces, después de leerles a ellos seguía leyendo yo sola. Al final, debo haber leído cada libro entre tres y cuatro veces. En los dos años que siguieron, Harry Potter ocupó muchísimo espacio en las lecturas familiares; éstas se alternaban, a veces había que leerle un libro a uno, otras veces al otro, mientras el padre le leía El Señor de los Anillos al más grande, yo le leía Harry Potter al más chico y así íbamos.

El quinto libro salió en el 2003, aunque lo esperábamos con bastante ansiedad y lo leímos con mucho placer, lo hicimos como un libro más, lo mismo que al sexto. Algunos misterios se resolvían, pero aparecían otros nuevos, conocíamos nuevos personajes o aprendíamos algo nuevo sobre los ya conocidos, los chicos se convertían en adolescentes y empezaban a tener penas de amor y el mundo se hacía cada vez más oscuro, tanto que uno de nuestros personajes preferidos terminaba muerto. Lo mejor de todo, creo que fueron todas las noches en las que después de hacerlos lavar los dientes y ponerse el pijama, nos metíamos los tres en mi cama para que yo, con un chico de cada lado, les leyera en voz alta entre medio y un capítulo por noche. Y ahora, después de siete años, llegó el séptimo, el que termina la saga.

La primera sorpresa que me llevé fue que apenas recibimos el paquete de Amazon, mi hijo mayor lo acaparó y no me dejó ni tocarlo. A la noche, cuando yo llegaba del trabajo, me tenía que pelear con él para poder leerlo. Al final, haciendo abuso de mi autoridad materna, conseguí sacárselo y terminarlo durante el fin de semana, lo que valió la pena. El libro no sé si es el mejor de todos pero termina toda la historia como tiene que terminar, cierra todos los hilos sueltos y deja una sensación de leyenda que creo que convertirá al cuento de este mago moderno en un clásico infantil que leerán los chicos de unas cuantas generaciones, además de los míos, que aprendieron a leer con Harry Potter.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Cerrado por Harry Potter

Que llegó después de lo prometido, pero antes de lo esperado. Sabrán comprender.