sábado, 22 de diciembre de 2007

Porteño en el alma

Mi nene grande está escuchando tangos. Todo solo. Me lo encuentro a la mañana escuchando "Anclao en París" mientras mira por la ventana poniendo su mejor cara de sentimental.

martes, 18 de diciembre de 2007

Invierno

Después de un otoño que duró 12 meses aunque con una corta interrupción, al final llegó el invierno. Un buen invierno, un invierno como debe ser el invierno, con cinco grados bajo cero a las 10 de la mañana, escarcha en el pasto del jardín, hielo en el parabrisas del auto que hace que se me congelen los dedos mientras lo raspo con esa cosita de plástico duro que guarda mi marido en el baúl del auto y que es una mezcla de peine y secador de piso, el cielo azul y transparente que presagia más días de frío y un vientito helado del norte que dice que esto va a durar.

Sin lluvia todas las estaciones son mejores. También el invierno cuando se acerca Navidad y todas las callecitas de Bruselas se adornan de luces y de guirnaldas como para ahuyentar la oscuridad de diciembre cuando ya es de noche a las cinco de la tarde.

Pero es una noche crocante, el frío se siente como cristales punzantes en las mejillas y las luces de Navidad iluminan la noche de diciembre mientras respiro el aire helado que trae apenas insinuado el olor a leño quemado en alguna chimenea de mármol de una maison ixelloise. Y también hace dar ganas de pasear.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Manipuladores de leyes

La palabra lobby no es una palabra muy simpática y a unos cuantos nos hace arrugar un poco la nariz. Los lobbyistas son profesionales que tratan de influir en la toma de decisiones de los legisladores y eso no nos termina de convencer demasiado. Sin embargo, los lobbies son una parte importante de la vida democrática en dos sentidos. Uno es que el lobbyismo también es la forma de expresarse de los grupos de presión menos poderosos, sean éstos empresas o asociaciones a favor de cualquier cosa. Otro, que los lobbies tienen muchas veces muchísimo más conocimiento e información sobre el tema o sector sobre el que se legisla que los mismos legisladores y pueden de esa forma facilitar la tarea de estos últimos.

Bruselas debe ser, quizás después de Washington DC pero quién sabe, una de las dos ciudades con más lobbies del mundo occidental. Y es bastante obvio por qué. Acá se deciden las reglas de juego que organizan directamente la vida de los ciudadanos y las empresas europeas e indirectamente afectan las de ciudadanos y empresas del resto del mundo.

Según un parlamentario europeo, el número de lobbies instalados en la capital de las Europas Unidas pasó de 400 a 15.000 entre 1970 y 2007. Representan a más de 2.500 organizaciones, que incluyen empresas, ONGs, organizaciones internacionales, think-tanks y estudios de abogados, además de las 170 embajadas y 200 oficinas regionales que también buscan su lugarcito en Bruselas. No estar representado aquí es casi lo mismo que no existir para el legislador.

El caso es que el lobbyismo tiene su lado oscuro, también, y por eso hay gente que se preocupa por legislar sobre el tema y organizaciones que tratan de ponerle más transparencia al asunto. Un grupo de ellas se asoció hace unos años para otorgar uno de esos antipremios que siempre llaman bastante la atención. El premio se llama The Worst Lobby Award y se le da al peor lobbyista. A la empresa u organización que usa los métodos más sucios, desagradables y poco transparentes para influenciar a la opinión pública y la toma de decisiones de los que redactan y votan las leyes.

Leer en su página sobre los premiados y los nominados casi asusta. Este año el dudoso honor lo tuvieron BMW, Daimler y Porsche por manipular a la Comisión Europea con informaciones exageradas sobre cierre de fábricas y pérdidas de puestos de trabajo cuando la Comisión propuso metas para la reducción de emisiones de CO2. El otro gran premio se dedica a un tema diferente todos los años. Este año trataba sobre la desinformación en temas medioambientales y se lo llevó la organización pro-energía nuclear alemana German Atomic Forum por intentar darle una imagen ecológica a la producción de energía nuclear exagerando las ventajas y minimizando los riesgos.

Entre los nominados había una asociación de lobbies que trata de impedir que se regulen, descubran quién los financia y se hagan más transparentes, un grupo norteamericano que se opone al Protocolo de Kyoto haciéndose pasar por un think-tank, un vizconde francés que asesora al comisario de ayuda al desarrollo y que al mismo está en la dirección de Suez, una compañía francesa de agua y energía con intereses en África y Repsol, que intenta distorsionar la agenda de investigación de la UE sobre biocombustibles, financiada con fondos públicos, para que se ajuste a sus propios intereses y a los de la industria.

Un premio para informarnos mejor y mostrarnos el lado oscuro de la toma de decisiones. También se cuecen habas en Bruselas.

jueves, 29 de noviembre de 2007

De Luxemburgo a la India

Casi todas las noches cuando vuelvo a mi casa del trabajo, paso por la Place de Luxembourg. Mientras me voy acercando en bicicleta, siento el ruido de un montón de gente que habla y se ríe. El ruido se escucha como a 100 metros y se va haciendo ensordecedor a medida que uno se acerca, un estruendo de multitud parlante pero pacífica que llama más la atención porque no hay demasiado tráfico. Cuando uno llega los ve.

Sentados o parados alrededor de mesas altas o bajas, consumiendo la mayor variedad de cervezas que uno pueda encontrar en una sola plaza, hay aproximadamente entre quinientos y mil solteros y solteras en edad de merecer que se juntan ahí cuando salen del trabajo mientras deciden que van a hacer el resto de la noche.

Es un lugar lindo para juntarse, sobre todo en verano. La plaza de Luxemburgo es una de las plazas más tradicionales de Bruselas. Era la plaza que rodeaba a la estación de Luxemburgo, la estación de tren más vieja de Europa. De ahí salía, y sale, como su nombre lo indica, el tren hacia Luxemburgo. La línea de ferrocarril fue construída, como la mayor parte de las líneas de ferrocarril sobre el planeta Tierra, por una compañía inglesa y formaba parte de una línea mucho más extensa que juntaba Londres con la India pasando por Italia.

La plaza tiene hoy un aspecto muy distinto al de entonces. Detrás de la estación, que ahora es una moderna estación subterránea, se construyó la sede bruxelloise del Parlamento Europeo, un edificio al que a veces se llama Le Caprice des Dieux, una especie de doble broma que se refiere por un lado a cómo se toman algunas decisiones en Las Europas y por otro a la forma oval del edificio, parecido a este queso.

De la vieja estación de Luxemburgo sólo queda hoy la fachada que se ve en la foto. Hace algunos años, entre la construcción del Parlamento y la renovación de la estación, estuvo a punto de ser demolida por completo, pero se formó un movimiento de protesta para salvar el viejo edificio. Al final, lo único que sobrevivió fue la antigua fachada que quedó integrada de una forma de lo más interesante a las enormes alas del edificio que domina en estos días toda la escena de la plaza.

Y yo, que adoro las estaciones, los trenes y, sobre todo, los viajes en tren, me imagino cada vez que paso por ahí cómo habrá sido tomarse el tren en ésa estación hace 150 años teniendo como destino la India.

martes, 20 de noviembre de 2007

La incongruencia del lujo

En los supermercados belgas suelen poner el kiosco de diarios y revistas cerca de las cajas, para que uno se distraiga y se entretenga leyendo algo mientras hace la cola para pagar. El caso es que sábado por medio me tiento con alguna de esas revistas para mujeres bien brillantes donde dos o tres artículos bastante superficiales se pierden entre las páginas de moda, de dietas, de recetas de cocina y, sobre todo, las páginas y páginas de publicidades de cosméticos, cremas caras y perfumes.

Esta semana me tenté con una que en la tapa decía:

la paz
el espacio
el agua
la belleza
el tiempo
el silencio
la simplicidad
estar bien

El verdadero lujo

Y yo, que ando buscando ideas para vaciar mi casa de todo lo que sobra, me dije, a ver si esta vez es algo original, y muestran cómo hace uno para sentirse rodeado de lujo sin comprar nada. Me llevé la revista a mi casa, impresa en papel reciclado, y adentro todo era lo mismo. Algunos artículos y entrevistas y en el resto, páginas y páginas de publicidad de cosas carísimas. ¡Hasta una crema para las arrugas de 600 euros había!

Todavía estoy leyéndola, así que hay que reconocerle algo más de contenido que a las otras, pero la primera conclusión a la que llegué es que, según esta revista, para disfrutar de los lujos simples primero hay que poder deselegir los otros.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Memoriosa

Mi primer recuerdo "político" es del día que derrocaron a Onganía. Mientras escuchábamos las noticias en la radio siempre desintonizada y chirriante de mi madre, ella me enseñaba a hacer barquitos de papel. A lo mejor fue porque lo aprendí ese día, o no, pero es lo único parecido al origami que sé hacer de memoria.

miércoles, 31 de octubre de 2007

El vigaucho

Salimos a la calle y los primeros fresquetes invernales ya se empiezan a notar en Bruselas. Mi hijo menor se pone menos ropa que la que cualquier madre con un cierto sentido de la responsabilidad aceptaría y entonces se sucede el siguiente diálogo:

-Abrigate un poco, nene.

-Mamá, dejame ¿no ves que soy un vikingo? -dice, mientras saca pecho y se inventa músculos.

-No, abrigate más, mocoso, que vos no sos todo vikingo. Nomás sos medio vikingo.

-Ah, sí! -Y se le abren los ojazos mientras la idea le pasea por el cerebro.

-Medio vikingo, medio gaucho, -me río y le saco la lengua.

-Un vigaucho! -exclama. No, mejor un gaukingo!

Inventa palabras, se ríe. Y se abriga, el mesticito.

domingo, 28 de octubre de 2007

Voto de emigrante

Al final, anoche casi no me podía dormir, con la anticipación de mis primeras elecciones argentinas después de 20 años. Hoy a la mañana, no hablaba de otra cosa, hasta que recibí un "Bueno, ya está bien" a tres voces.

Me fuí para la embajada esperando encontrar allá, por lo menos, mejor ambiente. Pero tampoco. Lo primero que me crucé fue otro ejemplar de argentina que iba a "justificar el voto". Cómo ¿no votás? -le pregunté. No, yo no voto, ni quiero votar -me contestó, de lo más seria.

-Vos sí votás, Ana ¿no? -me preguntó la presidenta de la mesa.
-¡Obvio! -exclamé, de lo más entusiasmada.

Pero yo estaba de lo más convencida que votaba con domicilio en Bruselas y que eso de votar autoridades nacionales, como me habían informado en la convocatoria que recibí hace como un mes, implicaba que sólo podía elegir al presidente y para eso me había preparado.

Flor de sorpresa me llevé cuando me enteré que votaba autoridades nacionales en el distrito que fue mi último domicilio en Argentina, es decir la Ciudad de Buenos Aires, y que además del presidente tenía que elegir senadores y diputados. Caramba.

Empecé a mirar por todos lados y lo único que encontraba eran las listas de los partidos pegadas a las paredes del pasillo de entrada. Me puse a temblar, horrorizada con la idea de tener que votar en blanco o, peor todavía, a ciegas. Adentro están las listas de los candidatos -me dijeron, y me tranquilicé un poco.

Monopolicé la entrada durante por lo menos media hora hasta que me terminé de estudiar todas las listas. Y voté para presidente, diputados y senadores nacionales por la Reina del Plata haciendo la combinación más rara que hice nunca.

Media hora más tarde suspiré y dije en voz alta: "Estoy bien contenta con lo que voté".

Y así es. Mis candidatos no entran ni primeros ni segundos pero eran, creo, lo mejorcito que andaba por las listas.

Y ahora sólo nos queda esperar cuatro años de buen gobierno.

lunes, 15 de octubre de 2007

Decidiendo

Parece que la suerte del irlandés alcanzó hasta las semifinales y bien así, sino este blog se iba a transformar en lo más aburrido de la blogosfera.

Mientras tanto yo intento decidir qué voy a votar el 28, así que se aceptan sugestiones. Pero fundamentadas, eh.

Hace 20 años que no voto en Argentina y estoy casi ilusionada como la primera vez.

lunes, 1 de octubre de 2007

SMS

Ayer a la noche mi móvil hizo el ruidito que hace siempre cuando llega un mensaje. Cuando lo leí decía:

Big respect for Argentina –well done! They can get into semi and maybe the final too. Good luck!

Lo firmaba un irlandés.

domingo, 23 de septiembre de 2007

El mejor domingo del año

Todos los años, el penúltimo domingo de septiembre Bruselas tiene un día libre de autos. Ese día, las 19 comunas de la ciudad dejan circular solamente colectivos, tranvías, taxis y algunos autos que piden un permiso especial bastante difícil de obtener y así las calles quedan libres para caminar, correr, andar en patines, bicicleta, monopatín, skateboard o lo que a uno se le ocurra. La gente entonces se aprovecha y se adueña de la ciudad desde muy temprano.

La gente, en realidad, se pone eufórica, sobre todo porque desde que la ciudad adoptó esta costumbre, en ese penúltimo domingo de septiembre siempre ha tocado buen tiempo y el día, la ciudad y sus calles se pueden aprovechar al máximo. Este año tampoco fue la excepción.

Como si los dioses del buen tiempo estuvieran de acuerdo con que el automovilismo privado es una maldición para el planeta, después del verano más horrible que haya tocado en los últimos veinte años, el domingo sin autos fue un día maravilloso, que amaneció con un sol resplandeciente, una luz otoñal que se reflejaba y se filtraba en las hojas ya medio amarillas de los árboles y una temperatura perfecta: 21 °C a las 10 de la mañana que se fueron haciendo 25 °C o 26 °C a eso de las 3 de la tarde. Andar en bicicleta por las grandes avenidas y los boulevards fue realmente disfrutable, sobre todo porque con los años la gente ha aprendido a respetarse y los ciclistas, los peatones y los patinadores ya no creen, como al comienzo, que un día sin autos es lo mismo que un día donde todos tienen derecho a circular como a uno se le antoje sin parar delante de los semáforos o andar a toda velocidad aplastando nenes y viejitas.

Las aves de mal agüero, por su parte, nos anuncian que posiblemente éste sea el último día libre de autos en una Bruselas belga. Por supuesto que desde este blog esperamos que no tengan razón, pero los ruidos de rotas cadenas se hacen sentir cada vez más fuerte. Para una descripción de los orígenes del desacuerdo, este post de Matías lo explica tan bien que volver a hacerlo sería redundante. Esta vez, sin embargo, las predicciones están causadas por la incapacidad de los partidos políticos ganadores en las últimas elecciones legislativas de formar gobierno a pesar de los 105 días transcurridos desde las elecciones.

Los 105 días sin gobierno no son ninguna rareza, el récord es de 1988 cuando se tardó casi 150 días en lograr el acuerdo necesario. Pero dicen las malas lenguas que solamente dos cosas unen a los belgas: Bruselas y la deuda externa. La deuda externa posiblemente se la podrían repartir proporcionalmente pero ¡Bruselas! Bruselas es la Jerusalem belga.

Bruselas está dentro de Flandes, pero es, en su mayoría, francófona. A los flamencos les gusta decir que es la capital de Flandes pero nadie lo acepta seriamente. Tiene una población extranjera bastante importante –africanos de las ex-colonias, muchos magrebíes que inmigraron en los sesenta, toda la eurocracia– que aprendió a hablar francés pero no flamenco y, además, es la sede de las instituciones europeas, la "capital" de Europa. Y aunque no se note demasiado en la calidad de sus servicios públicos pero sí en la cantidad de autos de lujo con los que uno se cruza casi todos los domingos menos éste, parece ser que es una de las tres regiones más ricas de Europa.

Las alternativas son varias, pero ninguna demasiado convincente. Sea como capital de Flandes, capital de Valonia o capital de Europa, aparecen más detractores que auspiciantes. En todo caso, con tantas discusiones separatistas, los que se sienten belgas y no otra cosa han salido a relucir. Hoy, mientras recorría las arboladas avenidas en bicicleta disfrutando del mejor día de sol de los últimos cuatro meses, descubrí, colgadas de muchísimas ventanas, un sinnúmero de banderas belgas, banderas de la Bélgica unida que muchos no quieren ver desaparecer.

Ahora estoy considerando seriamente colgar una bandera belga del balcón. Tengo que confesar que para mí sería bastante traumático que Bélgica se separe y que Bruselas termine siendo la capital de algún país que todavía no existe.

En otro orden de cosas, en Alemania ha aparecido una diputada carnotista.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Descendiente de argentinos

Mi hijo mayor está engripado, no va a la escuela y, en el medio de su embotamiento lleno de mocos y dolor de garganta, mira más televisión de la recomendable. Llego a casa y me cuenta que vio en MTV a una rapera francesa que canta sobre la Argentina. Y entonces la descubrimos juntos.

Keny Arkana, medio francesa, medio argentina, una jovencita furiosa y militante, una rapera de protesta, la nueva poetisa del rap francés, nació en Marsella en 1983, hija de una francesa y un argentino. Rebelde desde chiquita y con una infancia difícil, se va de su casa muy temprano, pasa su adolescencia de asilo en asilo y es ahí donde empieza a rapear a los trece años para sus compañeros de instituto.

En general, el rap es un género bastante machista, hay muy pocas chicas raperas y las que hay son bastante masculinas. Pero Keny es un poco distinta con su aspecto frágil y unas letras que insisten en denunciar las injusticias de la globalización y que se destacan por su sensibilidad, su poesía y una forma un poco rabiosa de ver las cosas aunque sin cargarlas de demasiada ideología.

Me encantó el video que me mostró mi hijo y descubrir, cuando empecé a averiguar más sobre esta chica, que es descendiente de argentinos.



Ah, y por ahí aparece la camiseta de la que hablábamos acá.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Premios y memes

Con apenas dos días de diferencia este blog recibió 2 premios: uno al blog que hace pensar, por parte de Alicia R., y otro al blog solidario, por parte de Zorgin y de Alex. En realidad, estos premios son una especie de versión elaborada de los memes, simpática costumbre que sirve para enlazarse mutuamente y muchas veces conocer nuevos blogs. De todas formas, recibirlos me hizo sentir muy halagada y orgullosa, sobre todo por venir de quien vienen, pero además, en mi caso, me cuesta sentir que los merezco, así que tardé un poco en elaborar una respuesta. No hacerlo sería lo mismo que no ser capaz de mostrar lo agradecida que estoy y ser una antipática tremenda, así que continúo la saga con este post, matando dos pájaros de un tiro.

Empiezo por el blog que hace pensar. La idea la tuvo una blogger norteamericana que decidió abandonar la historia de los memes no sin antes darse el gusto de inventar uno ella misma. La idea es copiar las reglas y proponer cinco blogs que lo dejan a uno pensando, lo que hago a continuación.

1.- Si alguien te otorga el premio, escribe un post con los 5 blogs que te hacen pensar.

Pensando, pensando, decidí que los blogs que a mí me hacen pensar son los de

Ulschmidt, porque escribe de todo y es genial.
Antonio de la Fuente, porque es culto, inteligente y un poeta.
Miguel Olivera, porque me explica bien cosas que a veces se me escapan.
El Chukustako, porque escribe unos cuentos alucinantes, duros y bellísimos.
Dan, porque trata al castellano de una manera que me deja tan sin respiración que consigue ser el único blog con fondo negro que leo.

2.- Enlaza el post original, así la gente puede encontrar el origen del mismo.

Post original

3.- Exhibe o muestra el "Thinking Blogger Awards" con un enlace del post que tu mismo escribas. Hay dos modelos de botón para mostrarlo en el blog, plateado o dorado.


Lo del blog solidario tuvo su origen aquí y la idea es un poco la misma, así que no repetiré las reglas de puro vaga, lo único que cambia es que hay que elegir 7 blogs, en lugar de 5.

En el mundo de los blogs, hay muchas clases de blogs, hay blogs periodísticos, hay blogs de literatura, hay blogs egocéntricos, hay blogs de nada y de todo, como éste, hay blogs dedicados a temas específicos como las mujeres, los hombres, el sexo, el fútbol, el ajedrez, la fotografía, la cocina, el turismo, la arquitectura, la economía, lo que a uno se le ocurra.

Pero hay un tipo de blogs muy especial y raro, aquellos blogs que tienen su propia razón de ser y sus cualidades específicas pero que, además, por alguna razón u otra, consiguen formar un círculo de habitués que se terminan haciendo amigos, se encuentran allí casi todos los días y se acompañan en las buenas y en las malas. Tengo la impresión de que muchos de esos blogs han sido el origen de muchas amistades reales con bastante futuro y eso siempre me pareció admirable. De más está decir que este blog no entra en esa categoría, pero igual me pone contenta que Alex y Zorgin lo piensen así.

De todas formas, mi lista de blogs solidarios es la que sigue:

Zorgin, porque creó una cantina virtual donde la gente se reune a conversar y discutir alrededor de sus historias.
Alex, porque es una mujer sensible, cariñosa, inteligente y creativa.
Caracol, porque es un romántico bastante simpático que a veces escribe folletines.
Duda Desnuda, porque con su sensibilidad ayuda a desnudar la de los otros.
Mar de vientos, porque es la que creó el lugar común de encuentro de los blogueros argentinos en Europa.
Patrizio, porque tiene un lugar donde todos se reunían a delirar, aunque ahora lo tiene medio abandonado.
Ana y Alicia R., porque armaron juntas un blog, al que supongo pronto daré buen uso, donde los padres de adolescentes pueden contarse sus penurias.

Y a ellos les otorgo este premio:


Este es el primer meme en el que participo y seguramente será el último. Da un flor de trabajo armar un post así.

Por último, no serán considerados ni desagradecidos ni antipáticos si no lo continúan.

lunes, 10 de septiembre de 2007

27 años no es nada

Hasta hace poco, yo tenía una pequeña lista de estrellas de rock a los que quería escuchar en vivo. Por esas cosas que tiene la vida, la lista quedó completamente vacía este año, ya que un poquito después de los Rolling Stones, a los que ya había visto hace unos años en Copenhague, pasó Lou Reed por Bruselas y justo mi penúltimo día de vacaciones, en una conjunción de casualidades de lo más improbable, conseguí ver al único grupo que no creía posible ver jamás reunido, mi banda preferida de los ’80.

En una época yo solía decir que tenía una banda preferida de los ’60, otra de los ‘70 y otra de los ’80. A partir de los ’90, ya no fui capaz de elegir nada y además el tema dejó de importarme. En cuanto a la clasificación por décadas, también dejó de tener sentido cuando los Rolling Stones volvieron a reunirse y a recorrer el mundo. Dicen que mi grupo preferido de los ’70 mejoró con los años, pero yo nunca lo descubrí. Por alguna extraña razón, nunca estuvo en mi lista de conciertos imperdibles.

Mi banda preferida de los ’80 pasó por Buenos Aires demasiado temprano, los ’80 apenas habían empezado y yo todavía no iba a conciertos de rock. Lo peor de todo fue que una de mis compañeras de colegio tenía entradas gratis para el concierto que dieron en una discoteca famosa de la época y no sé porqué ese fin de semana no nos pusimos de acuerdo para ir. No paré de arrepentirme durante años. Cada vez que releía una reseña de esos conciertos de diciembre de 1980, el fin de semana después de que mataron a John Lennon, me daban ganas de volver el tiempo para atrás. Pero la vida da vueltas de lo más raras. Al igual que muchos otros veteranos, este año The Police volvió al ruedo y su paso por Dinamarca coincidió exactamente con el mío.

¡Claro que no me los iba a perder! Y menos con mis dos hijos insistiendo para comprar entradas. No podríamos haber estado en Aarhus ni el día anterior, ni el día después, sólo ese medio día que incluyó cena en casa de unos amigos y otra vez concierto en un parque, esta vez en una nochecita húmeda y fría de principios de septiembre, equipados con medias de lana, botas de goma, bufanda y guantes, pisando un césped bien mojadito después de un verano completo de lluvias y con un cielo que amenazaba lo peor.

Tengo que reconocer que yo llegaba a ese concierto con mucho escepticismo. Después de 27 años de esperarlo y de haber visto unos videos por la tele de unos ensayos que no me convencieron para nada, iba preparada para cualquier desilusión. Creo que lo peor hubiera sido que tocaran todo exactamente igual que en los ’80, o que todo fuera una farsa mecánica destinada a llenar las arcas de tres músicos decadentes.

Por suerte, no fue así. Aunque los tres maduros caballeros ya no exhiben todo el glamour artificialmente rubio de los ’80, cuando nos tenían a todas las teenagers de la época completamente embelesadas, de decadentes no tenían nada. Bueno, sí, al bajo de Sting se lo veía un poco descascarado, como si estuviera usando el mismo que usó durante los últimos treinta años, no tuviera plata para comprarse otro o le tuviera muchísimo cariño al que tiene.

Todo era felicidad en el concierto, tanto sobre el césped, donde la presencia de un montón de cuarentones contentos le daba onda a la cosa aunque a mi hijo mayor le hace decir que lo aburrido de ir a estos conciertos de artistas veteranos es que los espectadores son todos viejos y no bailan –como si bailaran más en los conciertos de Xzibit o cualquiera de esos raperos raros a los que los suelo acompañar–, como sobre el escenario, donde a Sting se lo veía reírse todo el tiempo en compañía del legendario Andy Summers y del legendario Stewart Copeland (sic), al legendario Andy Summers se lo veía tocar la guitarra sin parar de sonreír y el legendario Stewart Copeland se escondía detrás de un enorme par de anteojos, una vincha en el pelo y una cantidad de aparatitos electrónicos que le otorgaban un aspecto bastante estrafalario.

En su composición más simple, sin vientos, sin coros y sin teclados, tocaron todos y cada uno de sus clásicos y unas versiones preciosas de algunas de las canciones menos conocidas, mis preferidas de la noche fueron Wrapped Around Your Finger a la que Stewart Copeland llenó de campanitas, cascabeles, platillos y hasta un gong y Walking In Your Footsteps, el cuento de los dinosaurios que se extinguen. La primera vez que se fueron terminaron, como no podía ser de otra manera, con Roxanne, al volver tocaron tres o cuatro canciones más dándole al fin el gusto a mi hijo mayor con Next To You.

Y yo también me dí el gusto, después de 27 años. No creo que haya sido exactamente lo mismo, pero fue un buena compensación.

domingo, 19 de agosto de 2007

Hallazgo

Después de la historia del gato, tocó una tarde medio cortazariana. Descubrí que daban Blow up en el cine que a mí más me gusta de Bruselas, así que me preparé leyendo Las babas del diablo, otro cuento ambientado en mi isla preferida, y me fui a verla. Al volver a casa y de pura casualidad, en un blog encontré el video de una entrevista televisada al cronopio mayor. Es larguísima, era imposible verla todo el tiempo sentada frente a la compu, pero me gustó tanto el comienzo que me armé de la plancha y una pila de ropa, instalé la tabla de planchar en el estudio y la vi hasta el final.

Julito... Tenía 63 años y parecía, por su entusiasmo y su entrega, un chico de 16 altísimo y con barba, mientras hablaba con el periodista y le contaba cómo se le habían ocurrido Casa Tomada y La autopista del Sur en su castellano lleno de erres guturales. En la entrevista cuenta algunas cosas que yo sabía y otras que no, su nacimiento en Bruselas, su infancia triste de niño prodigio, su relación con la universidad, el proceso de escribir Rayuela y todos sus otros libros, su estilo y sus costumbres de escritor, su vida de exiliado tardío y de lujo.

Recomendable para ver en combinación con una actividad paralela que no consuma más atención de la necesaria. Cortázar sirve hasta para soportar la plancha.

Además, para el que le interese, en Twitter hay un Proyecto Rayuela que está "leyendo" el libro en fragmentos de 140 caracteres como máximo. ¿Terminarán?

sábado, 18 de agosto de 2007

Animales salvajes

Hoy a la mañana tomaba el desayuno sentada frente a la compu y en eso siento un ruidito, un ruido raro que no tenía por qué estar allí, conmigo sola en casa. Me doy vuelta y me encuentro mirando frente a frente a un gato negro con patitas blancas.

Los dos nos pegamos un susto que nos tiró para atrás, pero en direcciones opuestas. Del susto ni le miré los ojos, que suele ser lo primero que me llama la atención de los gatos. El gato intruso había entrado por la cocina, que da al jardín, y subido lo más campante y silencioso por la escalera hasta el primer piso.

Decidida a echarlo, me levanto, y el gato, más asustado que yo, se subió al segundo piso. ¿Cómo hago para sacar este gato de mi casa? me pregunto y me quedé bien quieta, casi sin respirar, intentando resolver si bajaba a buscar una escoba o intentaba echarlo a revistazos.

El gato bajó, me volvió a mirar, y se puso a dar vueltas por todos los cuartos del primer piso buscando una salida, hasta que se metió en el living, dirigiéndose a la puerta que da al balcón. En algo estábamos de acuerdo, por lo menos, él quería salir y yo, que se fuera.

Conseguí cerrar la puerta y nos quedamos los dos encerrados en el living, a mí el corazón latiéndome como si estuviera encerrada con un tigre, o con una pantera negra, al fin de cuentas el gato debe ser el más salvaje de los animales domésticos.

El gato se fue derecho a la puerta y pegó un salto, dándose un flor de golpe contra el vidrio y se quedó colgado de las cortinas.

Imaginándome que en el próximo salto se me tiraba encima y se quedaba con las uñas enganchadas en mi pelo, o peor, en las pestañas, decido que la solución más inteligente es abrirle la puerta del balcón y hacia allí me dirigí encontrándome con un par de obstáculos para abrirla.

El gato, mientras tanto, después de darse otro golpe contra el vidrio, se subía a todos los muebles, dando vueltas desesperado por el cuarto. Al fin, conseguí abrir la puerta del balcón y salió. Tan asustado estaba el pobre que terminó escabulléndose por el rincón más raro y desapareció.

Hace uno o dos veranos una noche entró un murciélago por la ventana abierta y pasé por una odisea parecida. Parece ser que todos los animales salvajes deciden entrar a mi casa cuando me las tengo que arreglar sola para echarlos.

domingo, 12 de agosto de 2007

Twitter y The Kinks

Si yo no hubiera tenido la suerte de conocer a mi marido, creo que mi vida sería de lo más anárquica. Da fe de ello que cada vez que me quedo sola en casa, los horarios se me terminan de dar vuelta. Por lo menos, antes leía y veía películas. Ahora me pongo a pasear por Internet hasta que me aburro. Lo que fue el caso hoy. Y entonces caí en una trampa que venía evitando desde hace unos meses, Twitter. Es como bloguear, pero peor. Más corto, más inmediato, más impúdico.

Creo que la humanidad va a terminar desapareciendo por pura irrelevancia. En fin, lo que salva la noche es The Kinks.


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martes, 7 de agosto de 2007

Finite Incantatem

El año en que descubrí a Harry Potter, J.K.Rowling ya estaba bastante bien encaminada en eso de convertirse en la mujer más rica de Inglaterra y yo tenía un hijo de seis y otro de tres años a los que les encantaba escuchar cuentos antes de irse a dormir. Con la intención de comprar algún libro nuevo para el mayor, ese verano terminamos en una librería en Dinamarca y mientras yo curioseaba entre las novelas y los libros de decoración, mi marido se dejaba convencer por la librera para comprar tres novelas de una escritora inglesa que había escrito, según ella, una maravilla de la literatura infantil.

Esa noche, él les leyó el primer capítulo conmigo al lado. Apenas terminó de leerles y con los críos bien dormiditos, me apoderé del libro y no pude parar de leer hasta las tres de la mañana cuando lo terminé. Una mezcla de cuento de hadas y novela de aventuras, con misterios y magia y un montón de referencias mitológicas, todo eso situado a finales del siglo XX. ¿Qué más podía pedir una devoradora de cuentos desde la más tierna infancia como yo? La combinación de ser adicta a los cuentos y de la capacidad que tenemos las mamás para poner nuestro cerebro en sintonía con el de nuestros hijos hizo el resto.

En las dos noches siguientes me leí los otros dos, mientras mi marido y yo nos turnábamos para leerles el primero a los chicos, que habían quedado completamente enganchados con la historia, ya sabiendo que cuando terminara me iba a quedar con esa sensación de vacío que le queda a uno cada vez que termina una de esas novelas que lo internan en un mundo imaginario del que no quisiera salir. Pero como me pasa siempre, leo demasiado rápido, no hago pausas y al tercer día me había quedado fuera de Hogwarts, intentando ver más allá del tercer libro lo que pasaría en el futuro de los personajes.

El cuarto libro acababa de publicarse en inglés, así que me lo encargué pronto en Amazon y cuando llegó, descubrí bien contenta que tenía casi el doble de páginas que los otros. Lectura para dos días, por lo menos.

Por suerte, leer en voz alta no va tan rápido. Mientras les iba leyendo a los chicos, iba haciendo la relectura. A veces, después de leerles a ellos seguía leyendo yo sola. Al final, debo haber leído cada libro entre tres y cuatro veces. En los dos años que siguieron, Harry Potter ocupó muchísimo espacio en las lecturas familiares; éstas se alternaban, a veces había que leerle un libro a uno, otras veces al otro, mientras el padre le leía El Señor de los Anillos al más grande, yo le leía Harry Potter al más chico y así íbamos.

El quinto libro salió en el 2003, aunque lo esperábamos con bastante ansiedad y lo leímos con mucho placer, lo hicimos como un libro más, lo mismo que al sexto. Algunos misterios se resolvían, pero aparecían otros nuevos, conocíamos nuevos personajes o aprendíamos algo nuevo sobre los ya conocidos, los chicos se convertían en adolescentes y empezaban a tener penas de amor y el mundo se hacía cada vez más oscuro, tanto que uno de nuestros personajes preferidos terminaba muerto. Lo mejor de todo, creo que fueron todas las noches en las que después de hacerlos lavar los dientes y ponerse el pijama, nos metíamos los tres en mi cama para que yo, con un chico de cada lado, les leyera en voz alta entre medio y un capítulo por noche. Y ahora, después de siete años, llegó el séptimo, el que termina la saga.

La primera sorpresa que me llevé fue que apenas recibimos el paquete de Amazon, mi hijo mayor lo acaparó y no me dejó ni tocarlo. A la noche, cuando yo llegaba del trabajo, me tenía que pelear con él para poder leerlo. Al final, haciendo abuso de mi autoridad materna, conseguí sacárselo y terminarlo durante el fin de semana, lo que valió la pena. El libro no sé si es el mejor de todos pero termina toda la historia como tiene que terminar, cierra todos los hilos sueltos y deja una sensación de leyenda que creo que convertirá al cuento de este mago moderno en un clásico infantil que leerán los chicos de unas cuantas generaciones, además de los míos, que aprendieron a leer con Harry Potter.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Cerrado por Harry Potter

Que llegó después de lo prometido, pero antes de lo esperado. Sabrán comprender.

viernes, 27 de julio de 2007

Las estaciones y las lentejas

Desde que publiqué la receta del dulce de leche, cae a este blog muchísima gente buscando en Google receta de guiso de lentejas o receta de guiso de lentejas de Blanca Cotta o cosas por el estilo y supongo que deben terminar yéndose bien frustrados al encontrar una receta de dulce de leche y no de guiso de lentejas. Si sabido es que pocas cosas hay en la vida más desagradables que imaginarse una comida dulce cuando uno tiene ganas de algo salado y viceversa, imagínense lo que puede ser pensar en comer un empalagoso flan con dulce de leche cuando uno tiene ganas de comer un contundente guiso de lentejas.

Así que desde hace un tiempo tengo intenciones de darles el gusto, pero me frena pensar que el guiso de lentejas es una comida bien de invierno que yo nunca preparo en verano. Por otro lado, la mayor parte de las búsquedas vienen del Sur del Mundo, lo que sería un argumento a favor para publicar la receta. Pero lo que me terminó de decidir fue que justo este invierno hace un frío bárbaro en Buenos Aires y que justo este verano también hace un frío bárbaro en Bruselas y eso de comer guiso de lentejas se puede disfrutar en los dos hemisferios al mismo tiempo.

El guiso de lentejas es una de mis comidas favoritas y todas las mujeres de mi familia lo hacían escandalosamente rico, así que nunca me tomé la molestia de hacer uno. Para qué, si tanto el de mi abuela, el de mi tía o el de mi mamá eran insuperables. Hasta que un día me encontré en el Norte del Mundo, sin abuela, sin tía y sin mamá y con ganas de comer un guiso de lentejas igualito al de ellas. Lo malo era que estas señoras lo hacían de ojito y me decían "ponéle un poquito de ésto, y otro poquito de ésto y otro poquito de ésto otro" y a mí no me gusta cocinar así, a mí me gusta seguir la receta al pie de la letra, por lo menos la primera vez que cocino algo.

Así que nuevamente armada con la receta de Blanca Cotta, intenté la suerte y mi primer guiso de lentejas salió bastante pasable, lo mismo que los siguientes, y yo me sentía bastante realizada y orgullosa de mis guisos de lentejas. Hasta que una amiga danesa que había comido lentejas en España hizo un gesto de desilusión cuando comió las mías y entonces, tocada en el orgullo, me ví en la obligación de mejorarlo.

Y ahí me enteré: el secreto para que salga perfecto es cocinarlo mucho tiempo a fuego lento, así que hay que empezar temprano. La receta, que es más o menos la de Blanca Cotta aunque le hice un par de adaptaciones, viene acá. La medida es bastante grande, por lo que hace falta una olla como de diez litros, de ésas con doble fondo preferiblemente, pero alcanza para que coman ocho adultos y sus respectivos críos en caso de familia tipo, ideal para invitar un montón de amigos sin trabajar demasiado. Necesitamos:

1 kilo de lentejas, 2 cebollas grandes, 2 dientes de ajo, 2 pimientos morrones rojos, 3 o 4 zanahorias, 2 o 3 ramas de apio, 2 hojitas de laurel, 1 chorizo colorado picante, 1/4 kilo de panceta ahumada, 1/4 kilo de panceta salada, 1/2 kilo de carne magra, 2 latas de tomates pelados y más o menos 1/2 decilitro de aceite de oliva.

Se empieza poniendo en remojo las lentejas la noche anterior. El día del evento se pican las cebollas más o menos finitas y el ajo también. El resto de las verduras se corta en cubitos, el chorizo, por la mitad a lo largo y después en cubitos, la panceta, en rodajas de un poco menos de un centímetro de ancho y la carne y los tomates, también en cubitos.

Se fríe un poco la cebolla y el ajo en el aceite de oliva, se agrega el resto de las verduras y se deja freír otro poco, hasta que las verduras dejen de tener aspecto de crudísimas. Entonces se agregan el chorizo, la panceta y la carne y se sigue friendo hasta que la carne deje de tener aspecto de cruda, pero sólo el aspecto. Agregamos el tomate, las lentejas bien enjuagadas y las hojas de laurel, se revuelve bien y se tapa todo con agua. La panceta es saladísima y el chorizo, picantísimo, así que nada de sal ni pimienta ni ají molido. Un poco de orégano, quizás, si uno quiere.

Hasta ese momento cocinábamos a fuego fuerte. En el momento en que hierve el agua, bajamos el fuego al mínimo y ponemos la tapa. Y así se deja cocinar por lo menos dos horas, revolviendo de vez en cuando para que todas las lentejas se cocinen en forma homogénea y no se pegue en el fondo. Lo de cocinarlo mucho es esencial por dos razones: una es que las lentejas se empiezan a deshacer y el guiso queda espesito, la otra es que la panceta tiene que cocinarse mucho para que quede bien blandita. Yo, aunque ya esté listo, lo dejo en mínimo durante horas –creo que una vez lo dejé entre cuatro y cinco, revolviendo de vez en cuando– lo único que pasa es que mejora. Está bien comerlo el mismo día pero, como todos los guisos, al otro día es todavía mejor.

Variante dietética: sin panceta y sin chorizo. Para el verano, uno le saca toda la carne, lo deja vegetariano y lo cocina un poco menos, para que las lentejas queden blandas pero no deshechas. Y hasta se puede comer frío, como hacen los griegos con sus guisos y sus verduras rellenas.

domingo, 22 de julio de 2007

Asesinas suicidas

En mi post ideológico, Luciano comenta que a él le gustaría ver mayor separación entre la religión y la política, lo que yo imagino expresa su rechazo hacia el rol que a veces tienen las religiones en el atraso de los pueblos. Una de las características de las sociedades avanzadas es su secularización, el rol cada vez menor que tiene la religión en la vida civil, social, familiar y política de esos países. Salvo excepciones poca gente hace consideraciones religiosas a la hora de tomar decisiones más o menos importantes.

Pero no siempre fue así, claro. El ejemplo típico con el que uno compara la actualidad islámica es la intolerancia religiosa de las guerras de religión en Europa que sucedieron a la Reforma. Creo que todos hablamos del Catolicismo en la época de la Inquisición cada vez que sale el tema. La intolerancia y el odio eran los mismos. Pero yo acabo de descubrir un ejemplo precioso en el luteranismo del norte de Europa que al mismo tiempo de servir para ilustrar el efecto que tiene la religión sobre la gente ignorante también ilustra uno de los primeros pasos en la historia de la Europa del Norte hacia la secularización.

La historia es así. Durante más o menos unos cien años, entre la segunda mitad del siglo XVII y la primera del XVIII en Dinamarca, Suecia y el Norte de Alemania aparecieron unos casos rarísimos. Algunas personas sin antecedentes previos de violencia, generalmente mujeres jóvenes e indefensas, asesinaban a alguien aún más indefenso que ellas, generalmente infantes, y se entregaban dócilmente a la justicia que las castigaba con la pena de muerte. Lo más llamativo de todo eso era que ese tipo de asesinatos eran como la cuarta parte del total de asesinatos, así que llamaban bastante la atención.

Las explicaciones de ese fenómeno son varias. La primera es que como todos sabemos el suicidio es pecado para el cristianismo; los suicidas no van al cielo. La segunda es que para el luteranismo pecados tales como el asesinato, la hechicería, la blasfemia o los pecados sexuales merecían la pena de muerte. La tercera, quizás la más importante, era que suponían que la pena de muerte en esos casos era una exigencia divina a la que las autoridades debían obedecer. Y la cuarta, que el castigado por la pena de muerte purgaba de esa forma su pecado antes de morir, evitando así las llamas del infierno. Con semejante ideología detrás, es bastante entendible entonces que los futuros suicidas, por lo menos los que tenían algún tipo de preocupación por su salud eterna, prefirieran el asesinato seguido por la pena de muerte al suicidio simple y directo.

Las autoridades, por supuesto, estaban bastante preocupadas por el tema y durante algunos años se intentó solucionarlo de diversas maneras, sobre todo endureciendo los rituales que precedían a la ejecución. Hasta entonces éstos se parecían más a una fiesta en la cual se perdonaba al castigado en medio de salmos y bendiciones que a una ejecución en regla, pero los asesinatos suicidas dejaron de cometerse recién en el momento en que se cambió la pena de muerte por la prisión perpetua y el escarnio público. Lo más curioso de todo esto –y también lo más interesante– fue que las autoridades civiles lo hicieron sin consultar a las autoridades religiosas y sin levantar demasiado la perdiz. Tampoco era cuestión de desautorizar completamente a Dios. Y así, en el momento en que la sociedad decide solucionar un problema por su cuenta, empieza el proceso de secularización.

Y es que no siempre el sistema de premios y castigos funciona como uno se lo espera.

miércoles, 18 de julio de 2007

Anuncio formal

Ha llegado el momento de anunciar que en el día de hoy se ha comprobado fehacientemente que, a la venerable edad de 13 años, siete meses, 16 días y algunas horas, dos años después de haberme alcanzado a mí, mi hijo mayor alcanzó la misma altura de su padre.

El padre está bajo los efectos de un shock y se niega a aceptarlo del todo.

¿Cuánto puede llegar a medir un chico que a los trece años mide un metro ochenta y tres?

Mi nene.

sábado, 14 de julio de 2007

Libertad, igualdad, fraternidad

Revisando el test de La Brújula Política que me encontré en el blog del Criador de Gorilas, se me ocurrió explicarme por qué me termino ubicando donde me ubico: en la mitad del grupo de liberales de izquierda. Y acá van las razones, anárquicamente desordenadas, como corresponde:

Creo que la gente es más importante que las organizaciones, no soy para nada nacionalista, pero adoro a mi país de nacimiento, admiro a mi país de adopción y disfruto a mi país de residencia. No creo que nadie sea mejor que nadie, o a lo mejor sí, y que las amistades y las enemistades a veces se pueden cruzar. Creo que las leyes internacionales se hicieron para proteger a los más débiles, que son el bien público de los países y que hay que respetarlas y, por supuesto, nunca voy a creer que todo tiempo pasado fue mejor.

Creo que hay más diferencias entre una señora de Recoleta y su empleada peruana que entre mi marido y yo, que lo único que justifica el continuo crecimiento económico de la humanidad es mejorar el bienestar de la gente, que para proteger al medio ambiente hay que regular y cobrar impuestos, las dos cosas y al mismo tiempo, que cada uno tiene que contribuir a la sociedad de acuerdo a sus capacidades y recibir según sus necesidades, como dicen los socialdemócratas daneses ("yde efter evne og nyde efter behov" dicen, en realidad). Soy una consumidora moderadamente hedonista, pero no compulsiva, aunque me encantan las novedades. El respeto al derecho de propiedad es tan básico y tan necesario como el derecho a educarse y supongo que cualquiera que gane un montón de plata sin engañar ni robar, nomás por suerte, debe estar contribuyendo en algo, aunque no sea proporcionalmente, al bienestar general.

Pienso que se puede proteger a las industrias incipientes durante un tiempito, pero no para siempre, porque entonces terminan siendo ineficientes y aprovechándose del resto de la sociedad y, además, estoy segura de que a los países más abiertos al comercio internacional les va mejor que a los que no, que las empresas tienen responsabilidades sociales con su entorno y con sus empleados y que el sistema de impuestos y beneficios sociales combinados tiene que ser fuertemente progresivo. Algunos ricos tiene que haber por supuesto, aunque sea para que la gente tenga algo a qué envidiar y a qué emular, como los jugadores de fútbol senegaleses, y que ellos disfruten de su riqueza a su antojo, pero sin molestar a nadie.

Creo que el papel del Gobierno en una sociedad tiene que ser bastante fuerte, para regular, para administrar y para establecer reglas de juego claras para todos. Eso de que los monopolios públicos son mejores que los privados no funciona y sino miren a Cuba, así que ahí prefiero regulación e impuestos. Y la fe ciega en los mercados, bueno…

Soy pro-abortista dentro de límites razonables y estoy en contra de la pena de muerte. Sobre la eutanasia no tengo opinión formada; creo que estoy en una edad en la que el tema me resulta demasiado doloroso. Me gusta hacer lo que quiero y me enojo si no me dejan, pero no soy para nada vengativa. Estoy a favor de los subsidios a la cultura, pero no incondicionalmente, aunque no tengo ni idea de qué criterios hay que utilizar para otorgarlos. Creo que la educación básica tiene que ser obligatoria, gratuita y de buena calidad, que la educación es lo más importante que hay para el progreso de la humanidad y para el desarrollo de los pueblos y me gustan los mestizajes de todo tipo, sobre todo musicales. La marihuana tendría que ser legal, al final es menos dañina que el alcohol, aunque a mis hijos les dije que ni se les ocurra probarla hasta que terminen la Universidad. Las otras drogas también tendrían que ser legales pero venderse con las mismas precauciones que los psicotrópicos farmacéuticos (y con más impuestos, eh).

Por supuesto que a los hijos no hay que pegarles y que hay que educarlos para que sean seres humanos independientes y pensantes, capaces de modificar su propia vida y actuar responsablemente en la sociedad, así que si son medio desobedientes a veces hay que respetarlo y aguantárselo, sólo están demostrando que serán adultos inteligentes y capaces. A veces, además, hay que aprovecharse para aprender algo de ellos. Es una de las experiencias más enriquecedoras como madre.

Creo que las sociedades más educadas son más avanzadas que las que no y que hay costumbres en el mundo que son inaceptables, como la circuncisión de las mujeres en Egipto o la división de castas de la India, eso del relativismo cultural me hace enojar. Como en la vida nada es gratis, los vagos no tienen que vivir de la asistencia pública, pero los discapacitados, sí, si les hace falta. Y me parece que la primera generación de inmigrantes nunca se integra del todo, a no ser que sean especialmente capaces o que el país receptor sea excepcionalmente abierto. La integración de la segunda generación, en cambio, depende de las políticas públicas. No estoy demasiado segura de que el interés de alguna empresa en particular sea bueno sin condiciones para el interés general, pero sí de que tiene que haber canales de televisión o estaciones de radio públicas al lado de las privadas para que haya un servicio público que informe y pluralismo al mismo tiempo.

Estoy convencida de que la seguridad social financiada con impuestos es preferible a la caridad privada. En cuanto a la religión soy bastante descreída, tanto que hasta mis hijos decidieron por su cuenta ser ateos antes de cumplir diez años y, por supuesto, nadie se tiene que meter en la vida sexual de la gente adulta, pero eso, adulta, nada de nenas tailandesas vendidas al mejor postor.

Y así termina una pareciéndose al Dalai Lama. Aunque él debe tener mejor carácter.

jueves, 5 de julio de 2007

De migrantes y remesas

Las razones por las que la gente emigra son muchas y variadas. A las clásicas de “amor y guerra” se les suman las económicas, el deseo de tener una vida más desahogada en otro lado, y las aventureras, el deseo de tener una vida más interesante en otro lado. De todas maneras, y quizás por haber visto algunos casos, yo creo que aún las del amor y de la guerra tienen que ver con motivos materiales. Cuántas guerras que se desatan a causa del petróleo, de los diamantes o de algún otro recurso escaso, cuántos amores que terminan o no según sea más o menos el bienestar económico de los amantes. Sin ir más lejos, sin la hiperinflación en ciernes del año ’87 y el clima de caos del año '88, es bastante probable que mi atractivo marido danés se hubiera animado a quedarse en Buenos Aires, como era su intención por aquellos años.

Pero mientras que la migración por razones de amor o de guerra está más o menos permitida –casi todos los países, salvo excepciones, permiten el ingreso al cónyuge de un nativo y existen convenios internacionales que dejan acceder a los refugiados políticos– emigrar de un país pobre a uno rico nomás para tener la posibilidad de conseguir un trabajo mejor pago no está dentro de las reglas del juego.

De todas formas, hay gente que lo intenta. Las historias dramáticas de los mexicanos para entrar a los EE.UU. y las de los africanos desembarcando semidesnudos y muertos de frío en cualquier playa europea o ahogándose en el Mediterráneo, así lo demuestran. Y algunos países permiten más o menos esa inmigración ilegal, porque les soluciona algunos problemas de mercado de trabajo en el corto plazo.

Bruselas está llena de esos inmigrantes ilegales latinoamericanos. Montones de ecuatorianos (yo me pregunto: ¿quedará gente todavía en Ecuador?), pero también colombianos, peruanos, cubanos y hasta algunos argentinos se instalan sin permiso de residencia y, por ende, totalmente desprotegidos, a merced de las enfermedades, los accidentes, las casualidades, las razzias, la deportación, para trabajar como albañiles, cocineros, pintores o mozos, ellos, como empleadas domésticas o niñeras, ellas. Y siempre, siempre, arriesgándose a que un buen día los agarre la policía mientras vuelven a su casa en el tranvía, les haga pasar un buen susto y un maltrato y terminen en un avión, camino a casa, con la prohibición eterna de volver.

Las historias de muchos de ellos son terribles. En su país de origen quedan hijos chiquitos, padres ancianos, maridos abandonados o parásitos, hermanos o parientes que esperan salvarse gracias a los esfuerzos del emigrado. Y el emigrado se desloma, trabaja 10, 12 horas por día en algún trabajo insalubre o con horarios rarísimos para conseguir un ingreso equivalente a lo más bajo de la escala nativa, para mandarle más de la mitad a la familia que quedó allá, en parte porque lo necesitan, en parte para atenuar la culpa del abandono, en parte para poder demostrar que afuera les va mejor, sin posibilidades de ahorrar ni para el presente ni para la vejez y viviendo con lo justo en una precariedad y una inseguridad que a muchos nos costaría imaginar.

Dicen que esas remesas que los emigrantes del Tercer Mundo envían a sus familias son más útiles que cualquier ayuda oficial al desarrollo. Que sea así. El sacrificio de los emigrados se lo merecería.

lunes, 25 de junio de 2007

La guerra de los sexos

La leyenda nos cuenta que en Bélgica se producen más de 600 cervezas diferentes. El número exacto se pierde en el laberinto de las inexactitudes, pero no creo que sea demasiado relevante. El caso es que los belgas producen cerveza como los franceses producen champagne, a veces hasta con el mismo método, y de esos procesos salen unas bebidas que uno, bastante inexperto en la materia, difícilmente reconocería como cerveza, por lo menos al principio. Después de un tiempo, uno se malacostumbra y, habiendo tanto para elegir, no se contenta para nada con tomar siempre lo mismo. Las cervezas belgas se distinguen por sus distintos procesos de fermentación, su diferente graduación alcohólica, sus distintos colores y los diferentes métodos para aromatizarlas y por eso la cerveza elegida dependerá del momento. Además, para cada cerveza existe un tipo de vaso diferente y es casi una herejía tomar una cerveza en otro vaso que no sea el que le corresponda, sin contar con el hecho de que una vez que uno se acostumbró, equivocarse de vaso disminuye, por increíble que parezca, el placer de la libación.


En todo caso, para las tardecitas de verano antes o después de ir al cine, mi preferida es la bière blanche, una cerveza ácida y fresca que se hace con trigo además de cebada y durante el proceso de producción se perfuma con cilantro y cáscara de naranja. Se llama cerveza blanca porque el trigo no es malteado y parece ser que en ese caso, cuando la bebida está fría, las proteínas del trigo quedan suspendidas y la cerveza adquiere un aspecto turbio blanquecino. La más conocida de todas es la Hoegaarden que se toma en un vaso de vidrio grueso de boca ancha y que a veces se sirve en los bares con una rodaja de limón, lo que potencia la acidez y frescura natural de esta cerveza.

Y ahora, se acaba de lanzar la hermanita joven de la blanche, la rosée, una cerveza blanca perfumada a la frambuesa, a la vez ligera y frutada y... ¡rosada! Una cerveza bien de nena. Por eso la publicidad va totalmente dirigida al público femenino joven, mujeres independientes que toman cerveza solas o con sus amigas y que tratan de dar la impresión de que observan a los hombres con una especie de cariño condescendiente y un leve aire de superioridad. La campaña gráfica muestra fotos de los cartoncitos hexagonales que se ponen debajo de los vasos de Hoegaarden con leyendas como "Mi chico siempre tiene la última palabra: Sí, querida" o "Los hombres son como los lugares de estacionamiento, los mejores ya están ocupados" o "Cuando Dios creó al hombre, lo hizo nada más que para reírse" y otras frasecitas del mismo calibre. La campaña entera se puede ver aquí.

Cuando uno la toma tiene la impresión de estar tomando Fanta con un chorrito de vino tinto, así que yo sigo prefiriendo la blanche. Jamás tuve nada en contra de los hombres y las bebidas siempre me gustaron secas.

lunes, 11 de junio de 2007

Receta para ser feliz

Ingredientes: Nochecita del mes de junio con 20°C y 60% de humedad, calles de Bruselas llenas de tilos en flor, un cuarentón un poco vicioso pero en buen estado de conservación.

Preparación: Invitar al cuarentón a dar un paseo, dejar que él decida el camino y seguirlo donde nos lleve, no dejar de respirar el aire tibio y perfumado del principio del verano sin olvidarse de besarlo a cada rato, sobre todo cuando el perfume de los tilos se siente con mayor intensidad.

Sale siempre perfecta.

miércoles, 6 de junio de 2007

It's Only Rock N' Roll

Una de las debilidades de esta señora es escuchar a los Rolling Stones. A veces pasa mucho tiempo sin hacerlo, pero es suficiente con que escuche por ahí una de sus canciones para que no pueda dejar de escucharlos hasta tener bien harta al resto de la familia. Si me hacen elegir entre las dos grandes bandas de los ’60 no dudo ni un segundo, claro; los Rolling Stones. Así que cuando mis hijos alcanzaron la edad necesaria para ir a un concierto gigante me puse a esperar a que pasaran por acá para trasmitirles la afición. Lo que supuestamente iba a ser el 1º de junio del año pasado, hasta que Keith Richards se cayó del famoso cocotero y nos quedamos sin concierto. Como de costumbre, cada gira de los Rollings amenaza con ser la última y ya estábamos convencidos de que los habíamos perdido para siempre, sobre todo después que las impresionantes críticas del último concierto de la gira del año pasado, en Horsens, Dinamarca, así lo aseguraban. ¡El último concierto de los Rolling Stones en Horsens, de todos los lugares del mundo!

Pero no, quedaba por lo menos una gira más y ayer los Rolling Stones empezaron en Bélgica su próxima gira europea y bien encantados de ello, según dijo Mick Jagger en un francés bastante pasable que puso furioso a un grupo de flamencos militantes. Y aunque este año las entradas se pusieron en venta muy tarde, apenas 2 meses antes de la fecha del concierto, y yo ya estaba segura que se agotarían rapidísimo, no hubo ningún problema para conseguirlas. Las compré hace menos de un mes y parece ser que hubo entradas hasta último momento. Probable es que los belgas hayan tenido Rolling Stones suficientes este año, porque llevaban ensayando como dos semanas en Vilvoorde, un pueblito en las afueras de Bruselas.

El concierto de este año no era en el estadio de Bruselas, sino en el sitio donde se hace el festival de rock anual más grande de Bélgica, el Werchter Festivalpark, en pleno Flandes, a unos cuarenta kilómetros de acá. Pero llegar hasta allá nos llevó unas escandalosas ¡cuatro horas! debido al embotellamiento gigante que creíamos causado por algún accidente más o menos grave pero que al final resultó ser solamente por culpa del concierto. Igual, como nuestras entradas decían que el concierto empezaba a las cinco de la tarde, habíamos salido a las cuatro y llegamos a tiempo hasta para conseguir escuchar a los teloneros –nada menos que Van Morrison– mientras hacíamos un picnic sentados en el césped, disfrutando los 30 grados al solcito.

Por fin, un poco antes de las 10 de la noche y en medio de fuegos de artificio, llegaron las estrellas más grandes de la historia del rock. La primera imagen en la pantalla gigante fue la de Keith Richards, con su sonrisa de tiburón y los ojos marcados de delineador negro, en medio de la ovación de los 33.000 presentes. El concierto empezó con “Start me up” y siguió con “It's Only Rock N' Roll”, “Shattered”, “Paint It Black”, “Some Girls”, “Brown Sugar”, una parte bastante jazzy y un homenaje a James Brown por la segunda mitad del concierto, además de un intermezzo donde cantó Keith Richards, que explicó bastante bien porqué el cantante es Mick Jagger y no él. En el final, una parte del escenario se despegó y rodó hasta el centro del parque, muy cerca de donde estábamos nosotros. Desde ahí cantaron “Satisfaction” y una de mis preferidas, “Honky Tonk Woman”. No hubo ni “Angie”, ni “Let’s spend the night together”, pero no importó mucho, porque la gran finale fue con todo el escenario en una explosión de fuego y luces rojas y la mejor canción de la historia del rock.

Por la mitad del concierto le pregunté a mis hijos: “¿Quiénes son los mejores rockeros del mundo?” “Status Quo” me contestó el chiquito. Al final, creo que había cambiado de idea. Es que ayer no fue sólo rock n’ roll. Fueron los Rolling Stones.


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miércoles, 30 de mayo de 2007

El loro argentino

Un poco siguiéndole la pista a Matías, que parece que se mudó a mi antiguo barrio, y otro poco para tomar algo de aire en compañía de mi hijo menor, hoy terminamos en la Plaza Guy d'Arezzo, una plaza chiquita sobre la Avenue Molière en la que yo hace unos años solía esperar a mis hijos cuando volvían de la escuela. La dicha plaza tiene cuatro particularidades: unos faroles de estilo colonial bastante lindos, un excesivo número de palomas, unos bancos de madera muy descuidados y unos loros verdes con pecho blanco bastante escandalosos que se instalaron ahí a fines de los años setenta.

Sobre el origen de los loros hay varias versiones que en lo único que coinciden es en que los loros se asentaron ahí por culpa de una bancarrota. Hay una que dice que el quebrado era el dueño de un negocio de mascotas, otra, la que más me gusta a mí, dice que en realidad era el dueño de un circo. Sea verdadera una, o la otra, o ninguna de las dos, lo cierto es que, librados a su suerte, los loros construyeron dos enormes nidos sobre sendos postes de electricidad y lo que además es cierto fuera de toda discusión es que los loros son argentinos. No es el loro barranquero, no, y tampoco es tan chillón, pero parece ser el más argentino de los loros, uno que se llama, justamente, Cotorra Argentina.

Cuando me enteré que el loro era argentino casi digo "¡Ya me parecía!", pero seguramente me contuve para que mi marido no me dijera que todo me hace acordar a Buenos Aires. Es que no podía ser de otra manera. Justo en esa plaza, en las tardes un poco frescas y soleadas de la primavera o el principio del otoño, si uno por un momento se distrae o se relaja y se olvida de pensar, la combinación de loros, palomas y faroles antiguos, junto con el ruido del tráfico y un olor muy particular, causa la exacta sensación de estar sentado en Plaza de Mayo. Y yo me he encontrado ahí, quietita, esperando a ver si aparecían los Granaderos para hacer el cambio de guardia en la Catedral, o descubrir alguna viejita vendiendo maíz para las palomas que, igual que en la plaza porteña, son demasiadas.

Hoy este blog empieza su tercer año de vida. El blog de una argentina que vive en Bruselas pero que a veces se quiere imaginar en Buenos Aires.

jueves, 24 de mayo de 2007

El hijo de la hindú y el rolling stone

En Bélgica se estrenan las películas los miércoles, así que cuando aparece un blockbuster, siempre conseguimos verla un día antes que el resto del mundo. Ayer fue el turno de una de las tres películas para las que mis hijos estaban haciendo la cuenta regresiva, En el Fin del Mundo, la última de la, esperemos, trilogía Piratas del Caribe, serie que hizo una revisión entre irónica y exagerada del género piratesco.

Eso de tener dos hijos en edad de películas de aventuras siempre sirve de excusa, lo cierto es que yo también la estaba esperando con muchas ganas. Así que ahí nos fuimos, la mamá infantil con sus dos hijos, intentando encontrar una función en la que no hubiera mucha gente a pesar de ser el día de estreno. Y tuvimos suerte. O nos metimos justo entre las funciones de chicos y las de grandes, o ayer muy poca gente fue al cine, porque no sólo conseguimos no hacer cola para comprar las entradas, sino que además encontramos lugar en el medio de la última fila, como nos gusta a los tres.

La serie Piratas del Caribe se basa, como todo el mundo sabe, en una atracción de los parques de Disney, al contrario de lo que suele ser el caso, lo que no daba lugar para esperar demasiado. Sin embargo, fueron para mí una de esas desilusiones al revés que uno se lleva a veces. Desde el principio quedé tan encantada que tuve que ver La Maldición del Perla Negra dos veces. Y me gustó más la segunda vez que la primera. Con El Cofre del Hombre Muerto me pasó lo contrario, sin embargo. La primera vez que la ví me pareció mejor que la del Perla Negra, sobre todo por esos marineros embrujados que van perdiendo su condición humana mientras los va absorbiendo el mar, pero en la segunda me aburrió un poco.

Con la tercera no sé qué va a pasar. Por ahora, ayer disfrutamos de su excesos. Todo en ella es exuberante, empezando por los 168 minutos que dura, siguiendo con la multiplicación de Jack Sparrows en sus delirios oníricos o en sus discusiones consigo mismo hasta que consigue ponerse de acuerdo y con la cantidad de historias cruzadas y de actores que hacen que uno a veces no entienda por dónde va el cuento y terminando con una batalla naval de una media hora al borde de un maelstrom donde pasa de todo. Como si el director hubiera decidido darse todos los gustos al final de la serie. Como tanto mis hijos como yo somos espectadores muy agradecidos, nos quedamos las dos horas y 48 minutos embobados sin tener en ningún momento la sensación de que era demasiado, como le pasa a espectadores más exigentes. Para nosotros es la longitud ideal que tiene que tener una película como ésta para que uno no se quede con esa sensación de que se terminó demasiado rápido.

Cuando empieza la película, Jack está en otra dimensión del mundo, un lugar donde no está ni muerto, ni vivo pero en el que está para ser castigado. Para encontrarlo, los que lo buscan deberán llegar al fin del mundo y, mientras lo hacen, nosotros nos encontramos en un lugar alucinante al mejor estilo Terry Gillian, un desierto de roca gris, sin tiempo y sin vientos, con un Jack, capitán y tripulación al mismo tiempo, dándose ordenes y maltratándose a sí mismo en incontables versiones.

Ponerse a contar el resto sobrepasaría por mucho los límites de este blog y además sería una lástima, así que acá nos quedamos. Todas las historias quedan cerradas esta vez, lo que indica que una cuarta no sería necesaria pero nunca se sabe. Queden para el final los dos objetos mágicos que nos encontramos entre toda la parafernalia. A la brújula que indica la dirección del sitio que más deseamos, se le agrega ahora un mapa compuesto de círculos giratorios que se pueden combinar de múltiples, quizá infinitas, maneras y que entonces muestra al estudioso o al inspirado ese lugar deseado que uno persigue o el sitio exacto donde está escondido el próximo tesoro.

Y además, Jack tiene un papá del que heredó, como no podía ser de otra manera, el look y al que actúa, para cerrar el círculo y con el mismo anillo de siempre, el que lo tenía que actuar, aunque aparece demasiado poco para mi gusto.

Para verla, por lo menos una y hasta dos veces, con hijos en edad de películas de piratas, o no.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Relecturas

Terminé la relectura de El Cazador Oculto. Lo había leído con doce años recién cumplidos y lo único que me acordaba eran un montón de sensaciones al final del verano justo antes de empezar el colegio. Como siempre que uno vuelve a leer algo, el libro es completamente otro.

Esta vez descubro a un adolescente cínico, desencantado y bastante deprimido que mientras se pierde en Nueva York se expresa con una indolencia desgarradora. Pero no encuentro ninguna de esas sensaciones del final de mi infancia. Mi única explicación es que mi primer amor debe haber sido Holden Caulfield.

viernes, 18 de mayo de 2007

La raíz de todos los males

Aunque en todas partes se cuecen habas, la corrupción es un fenómeno más intenso en los países más pobres. Si miramos el último Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International, un índice que se prepara con metodologías similares en 163 países, encontramos en el fondo de la lista países como Haití, Irak, Bangladesh, Chad o Myanmar. Entre los primeros cinco, por otro lado, están Finlandia, Islandia, Nueva Zelanda, Dinamarca y Singapur. Si bien la correlación no es perfecta, es bastante claro que corrupción y pobreza van de la mano. Qué causa qué, quizás sea fuente de discusión para algunos, pero tendría que ser evidente que la lucha contra la corrupción es indispensable para poder salir de la pobreza.

Además de ser inmoral y un desperdicio de recursos, la corrupción es otra fuente de inequidad. La gente que paga sobornos lo hace para obtener beneficios a los que supuestamente tendrían derecho legal pero al que se hace difícil acceder por escasez, racionamiento o lo que sea. En muchos países, los pobres, que están en peores condiciones para sobornar que los ricos, tienen menos posibilidades de consumir ciertos servicios, como los de salud, ya que sólo se accede a ellos pagando por debajo de la mesa. Esto no solo aumenta la desigualdad sino que a veces tiene consecuencias fatales, al vérseles negados servicios esenciales a los más pobres.

¿Por qué desperdicio de recursos? En la mayoría de los países corruptos hay una tendencia a que el gasto público se dirija a proyectos donde es más fácil recibir sobornos, quitando presupuesto a programas que tendrían más efecto en el bienestar general, lo que explica muchas veces el mayor gasto en armas o en proyectos faraónicos a expensas del gasto en educación o salud.

Lo de Argentina es especialmente grave. Según el índice se sitúa en el lugar 93, es decir de la mitad para abajo. Es raro encontrar a Argentina metida en la peor mitad cuando se trata de estos índices “blandos” y por eso esta clasificación resulta tan desalentadora. Además, otro de los resultados de Transparency International muestra que los argentinos no sólo creen que el gobierno es ineficiente luchando contra la corrupción sino que además la fomenta.

Pero quizás lo peor de todo sea que la corrupción está tan generalizada que ni siquiera se ve. Parece tan normal coimear a un policía para que no cobre una multa que el hecho ni siquiera aparece en las encuestas. Y posiblemente no se deje de admirar en secreto, de alguna forma, a los grandes delincuentes de guante blanco que convierten en perdedores a toda la sociedad a través de sus negocios turbios.

domingo, 13 de mayo de 2007

Dudas y métodos

Una de esas simplificaciones de la realidad que sirven para hacernos la vida más fácil dice que los seres humanos vienen de dos tipos: el tipo robusto y el tipo sensible. Estos dos tipos se nos dan a conocer desde la más tierna edad.

Apenas nace, el robusto se prende a la teta de la madre sin ninguna duda y sin ningún desparpajo, y después de haberse llenado la barriga del indispensable, vital colostrum, se queda dormidito, tranquilo y seguro y duerme 12 horas de un tirón. El sensible, por su parte, hará lo mismo, pero sin tanta seguridad, y también se quedará dormidito, pero en medio de estremecimientos y suspiritos y se despertará a cada rato para que lo cuiden y lo mimen.

La necesidad de contacto humano de uno y del otro hará que los padres del primero sean de esos padres insoportables que dicen que sus bebés duermen todo el día y no lloran nunca, mientras que los del segundo se convertirán en un manojo de nervios, ojerosos y ausentes y al borde del colapso debido a la falta de sueño causada por la necesidades de amor de su hijo el sensible.

El robusto puede crecer en el ambiente más inhóspito, sin juguetes, sin estímulos intelectuales ni físicos, sin caricias ni palabras cariñosas y es probable que igual crezca sano, fuerte, feliz y contento, que aprenda a hablar y a caminar temprano, que se ría todo el tiempo, que tenga montones de amigos y sea popular en la escuela y en la calle.

El sensible, en cambio, para conseguir todo eso, necesitará que lo tengan en brazos todo el día, que le hablen y lo escuchen, que lo protejan y jueguen con él, que le lean cuentos y le canten canciones de cuna antes de dormirse, que lo acompañen a la escuela y lo despidan con besitos, que hagan los deberes con él y le expliquen con lujo de detalles y con muchísima suavidad las ecuaciones de segundo grado mientras le acarician el pelo y lo sostienen de la mano.

De más está decir los buenos resultados que se pueden obtener de un robusto si se le aplican los métodos necesarios al otro tipo. Y todos nos imaginamos el desastre que puede ocurrir si abandonamos al sensible a su suerte y nos despreocupamos totalmente de él.

Y a mí, como madre de uno de cada especie y no del todo segura si apliqué el método adecuado en la crianza de cada uno, también me resulta interesante imaginarme cuál será la reacción de estos dos tipos ante situaciones extremas, los shocks vitales de los que hablábamos acá. Y lo único que me resta esperar es haberles acariciado lo suficiente el pelo, cantado todas las canciones de cuna que les hicieron falta y sobre todo, sobre todo, no haberlos espantado para siempre cuando intenté explicarles qué es una función y cómo se despejan las incógnitas. A ver si al final resulta que no les gusta la matemática.

lunes, 7 de mayo de 2007

De elecciones y reformas

A mí, que como ya les conté antes, me encanta votar, ayer me hubiera gustado tener derecho a voto en Francia. Nomás para poder estar en esa gigantesca fiesta democrática y poder festejar en les Champs Élysées. Más de 40 millones de votantes y una de las participaciones electorales más altas de la historia francesa. Pese a que el voto es voluntario fue a votar el 85% del electorado, muchísimo más que en cualquiera de las grandes democracias del planeta. Y aunque el que haya ganado nos guste más, o menos, nadie podrá negarle nunca la legitimidad de su elección. Como dicen los franceses, a los que les gustan las frases rimbombantes y además se les dan bastante bien, "ha sido un ejemplo de civilidad a los ojos del mundo".

Las elecciones en Francia sorprendieron bastante a esta señora. Muestran de una manera muy fuerte que la mayoría de los franceses quieren salir de su inmovilismo, aunque algunos pocos no quieran que el tiempo avance. En estas elecciones dijeron que sí a una serie de reformas que si terminan llevándose a cabo le cambiarán bastante la cara a Francia y la vida a los franceses.

El ganador, Nicolas Sarkozy, promete hacer una reforma drástica de la semana laboral, las famosas 35 horas, a las que se les echa la culpa de todas las miserias francesas, incluído el hecho de que Francia sea el país europeo que menos ha crecido en los últimos diez años si se excluye a Portugal. También se reducirán los impuestos y el empleo público, aunque no, llamativamente, los subsidios a las empresas ni, supuestamente, a la educación. Considerando que el señor, además, promete reducir el déficit fiscal y la deuda pública, sin olvidarse de reformar el sistema de pensiones y el de los subsidios a desempleo, todo tiene mucho olor a entusiasmo de campaña electoral, a promesas que terminarán incumplidas y a inconsistencia populista.

Los socialistas, mientras tanto, se verán obligados a hacer el examen de conciencia por el que tienen que pasar, necesariamente o no, todos los perdedores. Algunos analistas dicen que ya es hora de que el Partido Socialista se transforme de una vez en una socialdemocracia moderna que, como se sabe, suelen ser un poco más liberales que un partido socialista tradicional. Otros dicen que el partido se enfrenta a una secesión. Yo me imagino que, en caso de que así suceda, el ala de izquierda tenderá a perder poder – y votos– con el tiempo, hasta convertirse en un partido marginal, mientras que el ala centrista más adepta a las reformas tenderá a convertirse en una verdadera alternativa electoral.

jueves, 3 de mayo de 2007

Cero por ciento de humedad

Cuando el paso del tiempo me quiere llamar la atención, siempre elige formas novedosas para hacerlo. La última fue todo el polvo de flores secas desparramado por las veredas en esta nochecita tibia y seca cuando salí a dar uno de mis paseos vespertinos por las calles de Bruselas.

miércoles, 25 de abril de 2007

Revolución mexicana

Ayer, 24 de abril, la legislatura de la Ciudad de México aprobó la despenalización del aborto durante los tres primeros meses del embarazo, lo que pone a México a la altura de cualquier país moderno civilizado. La despenalización es sólo para la Ciudad de México, pero dará acceso a todas las mexicanas que viajen a la capital a tales efectos. En un país con un Estado laico, pero al mismo tiempo con tanta tradición católica esta medida es casi revolucionaria.

Tengo que confesar que me llevé una sorpresa mayúscula y una buena alegría también. Por fin una buena parte de las mujeres latinoamericanas verá reducido su riesgo de morir en abortos clandestinos y peligrosos a manos de curanderas, charlatanes y otras prácticas dudosas cuando les toca pasar por el mal trago de un embarazo no deseado. Por fin tendrán la libertad de elegir, si la medida se implementa teniendo en cuenta los intereses de las mujeres afectadas y no los de los grupos más reaccionarios.

En América Latina, sin embargo, se corren algunos riesgos ante una medida como ésta. Entre las contradicciones del continente, las de la salud pública no son de las menores. Quizás a causa de la inequidad económica y social, o de la mezcla de tradiciones seculares y modernidad, o de la ignorancia y la falta de respeto por las leyes, se conjugan al mismo tiempo los problemas de salud que vemos en los países menos desarrollados con los que se observan en las sociedades más avanzadas.

Con respecto al tema reproductivo pasa un poco lo mismo. Los chicos y las chicas tienen comportamientos sexuales propios de sociedades liberales, pero con el descuido y la falta de información propios de sociedades tradicionales y sin el sostén de la familia o de la sociedad necesarios. Para que una ley de aborto cumpla con el fin que tiene que cumplir, que es cuidar la salud física y mental de las mujeres y dejar que los hijos que nazcan lo hagan en las mejores condiciones posibles, tiene que estar acompañada por una educación sexual que se base sobre todo en la prevención. Sin políticas preventivas que las acompañen, una ley de aborto más o menos libre funcionará como otro método anticonceptivo más, como dicen que pasaba en Rusia durante los años comunistas. Y ése sería el peor resultado posible.

Como están dadas las cosas, la penalización del aborto es otro de los factores que contribuyen a empeorar la inequidad en América Latina. Pese a que el aborto es ilegal, en la región se llevan a cabo unos cuantos millones de abortos al año. Las mujeres que tienen los medios para hacerlo, lo hacen en forma bastante segura y con poco riesgo, mientras que las mujeres pobres son las que más sufren bajo métodos arcaicos, primitivos y peligrosos. Unas tendrán la oportunidad de seguir con su vida, educarse, trabajar. Las otras morirán en el intento, sufrirán daños irreparables o enfrentarán una vida de madres solteras que solo llevará a más pobreza.

Como dije antes, hay riesgos. Ojalá que la política de salud pública mexicana los sepa conjurar. Y ojalá también que en un país que yo conozco se les ofrezca pronto a las mujeres la misma libertad de elegir que a las mexicanas.

lunes, 23 de abril de 2007

Escribiendo

"I can write better than anybody who can write faster, and I can write faster than anybody who can write better".
A. J. Liebling, periodista.


Y a mí no me sale ni lo uno ni lo otro.

miércoles, 18 de abril de 2007

Dilemas

Es un poco contradictorio, hasta sorprendente, pero acabo de descubrir que con los peronistas me pasa lo mismo que con los yanquis. Estoy siempre intentando que me gusten, así que cada vez que se les presenta una disyuntiva pienso: "A ver, a lo mejor esta vez sí, vamos!". Pero no, al final terminan haciendo lo que no hay que hacer y yo, desilusionada.

domingo, 15 de abril de 2007

El suspiro

Un suspiro es una forma de alivio casi siempre temporaria. Suele suceder al final de una serie de pensamientos o sensaciones que producen una especie de tensión. Antes del suspiro estamos tristes, preocupados, emocionados, excitados, ensimismados en algo que nos contractura el alma. En un momento dado toda esa tensión se resuelve, encuentra la salida, y el suspiro permite el desahogo. Perdidos en nuestros pensamientos, sin darnos cuenta de lo que está pasando, de pronto hacemos una inspiración profunda, seguida por una expiración quizás acompañada por un "aaah..." o un "mmmm..."; el suspiro. Más o menos largo, más o menos corto. Y toda la tensión desaparece, y el aire que sale de los pulmones funciona como un bálsamo, y el cerebro se alivia, se relaja. Sentimos el consuelo de unos pulmones vacíos y una mente en blanco y nos quedamos en paz.

domingo, 8 de abril de 2007

Un cuento de amor exótico

Para mi hijito menor, el romántico perdido.
Y para Betty Carol, que se niega a conocer al amor de su vida en el supermercado.

L y J se conocieron en la entrada de la Estación Central de San Petersburgo, a punto de tomar el Transiberiano. Ella se estaba comprando el desayuno, algo dulce, algo salado y algo caliente para templarse el cuerpo después de una noche un poco rara. A él se lo notaba bien templado y con ganas de aventuras cuando le preguntó de dónde era y se preocupó un poco por su estado de salud.

Subieron juntos al tren, pero les tocó sentarse en vagones distintos. Ella notaba ya de a poco ese estado indefinido entre la ansiedad y la languidez que precede al amor y trata de concentrarse en el paisaje, mientras se descubre pensando de a ratos en ese chico alto y de ojos celestes que se sienta en algún otro lugar del mismo tren. Al mismo tiempo, en el otro vagón, el chico decide ver cómo está y hacerse amigo de la chica de la mañana.

Ella lo ve aparecer por el pasillo del tren que se sacude bastante, manteniendo el equilibrio sin demasiado esfuerzo, y se le ilumina el alma. Le hace un lugar en su asiento, empujando sin demasiados preámbulos al que está al lado, y empiezan a hablar de todo y de nada. De dónde son, cuantos años tienen, de dónde vienen ahora, el destino del viaje.

En menos de una hora saben todo lo que tienen que saber sobre ellos dos y también sabrán, para siempre, que podrán confiarse la vida mutuamente. Esa noche cenan juntos sin despegar los ojos el uno del otro, sin saber muy bien qué comen. Al otro día, se besan por primera vez, y al tercer día se van a dormir juntos. Descubren que, por esas extrañas casualidades, sus planes de viaje recorren casi el mismo itinerario y deciden cambiar lo que no concuerda para acompañarse durante todo el trayecto.

A partir de ahí no se despegaron más. Dieron la vuelta al mundo en bastante más de 80 días. Se besaron a la luz de la luna en las ruinas de Sacsayhuamán, en las ruinas de Angkor Wat, en las ruinas de Luxor. Durmieron juntos en una tienda hecha de pieles en la estepa de Mongolia, mientras escuchaban el canto del viento y el galopar de los caballos, en la misma bolsa de dormir bajo las estrellas y el aire helado del desierto de Atacama, en una cueva milenaria de Capadocia, sintiendo el frío de las montañas y el aliento de culturas de muchos siglos atrás.

El la salvó de caerse a un precipicio en el Himalaya y le clavó una estaca en el medio del pecho al vampiro que, igualmente enamorado de ella, se la quiso robar en Transilvania, ella lo cuidó sin pausa la noche que a él casi lo disuelve la fiebre que le produjo la mordida de una cobra en el desierto del Sinaí y descubrió el antídoto contra el filtro amoroso con que lo quiso seducir una bruja en Bangladesh.

Nadaron en los corales del Caribe y del Mar Rojo, amanecieron espiando a los leones en el parque del Serengeti y escuchando el canto de los pájaros y la risa de los monos en el del Iguazú. Se mantuvieron juntos todo el tiempo cuando el barco en el que cruzaban de Hong Kong a Manila fue atacado por los feroces piratas que pululan por el Mar de la China Meridional y consiguieron llegar a Manila despojados de todo, pero abrazados y felices.

Antes de volver a Europa adoptaron dos chinitas y una hindú. Diez años después de conocerse y después de haber tenido juntos tres hijos más, se casaron una tarde fresca de septiembre en Bruselas. A la boda sólo fuimos mi marido y yo. Nos tocó, como tantas otras veces, ser los únicos testigos de tanta felicidad.

Ahora viven cerca nuestro. Ella me contó hace poco que sigue sintiendo como esa primera noche en el Transiberiano que el mejor momento del día es ése en el que se meten juntos a la cama y siente, mientras enreda sus piernas con las de él, se instala bajo su abrazo y le huele el cuello, que no habrá ninguna piel que pueda jamás compararse a la suya. A él se le nota cada vez que la mira que sigue sintiendo la misma curiosidad y atracción que lo llevó a preguntarle cómo estaba esa mañana helada en la puerta de la Estación Central de San Petersburgo.