El juego del post anterior es un juego estático, porque todo sucede en un momento determinado y se termina ahí, y con información completa, porque todos los jugadores tienen toda la información que tienen que tener para jugar de la mejor forma posible. La vida real, para tranquilidad de los amantes de las emociones y gran preocupación de los conservadores, no es así, por supuesto. En la vida real la gente se pasa unos cuantos años de su vida probando y eligiendo hasta que al final toma una decisión, que en una alta proporción de los casos no es la mejor de todas porque uno termina comprando gato por liebre, como lo indica el número de divorcios.
Yo creo que un juego de señales es un buen punto de partida para analizar algo así. Un juego de señales es un juego de información imperfecta o incompleta que sucede en varios tiempos. En el juego hay dos participantes o agentes, un emisor y un receptor. El emisor puede ser de varios tipos, aspecto que está determinado por la "naturaleza" y sólo él sabe de qué tipo es. El emisor elige hacer algo para enviarle al receptor una señal que puede darle a éste una pista para averiguar de qué tipo es aquel (el emisor), pero también puede confundirlo. Una vez recibida la señal, el receptor elige un curso de acción que tiene consecuencias para los dos participantes, que entonces reciben el premio o pago, con lo que el juego llega a su fin. En algunos juegos enviar la señal cuesta algo, en otros no y entonces se habla de cheap-talk games o un juego en el que hablar no cuesta nada. En este vamos a suponer que emitir la señal no es gratis, pero eso se podría revisar, si les parece más adecuado.
En este caso vamos a imaginarnos que hay dos jugadores, pero que los dos son emisores y receptores a la vez. Los jugadores pueden ser de dos tipos: fiel o infiel, pero sólo ellos saben si son fieles o infieles, el otro lo tiene que descubrir, o por medio de la señal, o cuando las cartas ya están echadas al fin del juego. También vamos a imaginarnos que el tipo fiel tiene más posibilidades de atraer a las personas del sexo opuesto, ya que tanto los fieles como los infieles se sienten atraídos por los fieles, por una razón u otra. Como el fiel corre con ventaja, ya que la fidelidad seduce de por sí, el jugador de tipo infiel tiene que hacer un esfuerzo extra para mostrarse atractivo. Ese esfuerzo extra podría ser, por ejemplo, aprender a bailar, aprender tres o cuatro idiomas extranjeros, aprender a mentir, interesarse por la forma de pensar del otro, convertirse en experto en un tema determinado, o simplemente simular que se es fiel, renunciando por un tiempo más o menos largo a tirarse una cana al aire. Préstese atención al hecho que para el auténtico fiel no hay ningún problema en ser fiel, al único que le resulta difícil y costoso es al infiel.
El juego podría formalizarse mejor, pero yo acá no tengo ganas y además voy a terminar aburriéndolos a todos, pero podemos imaginarnos las combinaciones resultantes. La primera combinación es la de un fiel con otro fiel. Estos, pasadas todas las otras pruebas de atracción indispensables (olor atrás de la orejita, temperatura de la piel, intereses comunes, etc.), terminarán juntos y se serán fieles por toda la eternidad viviendo felices y comiendo perdices.
Una segunda combinación es la de un fiel con un infiel al que le compensó el esfuerzo de hacerse pasar por fiel. En este caso el infiel habrá convencido al fiel de la eternidad de su amor y posiblemente hayan formado una pareja. Después de unos pocos o muchos años, determinados a su vez por la sagacidad del fiel, el infiel mostrará la hilacha para desconsuelo y desesperación del engañado que a esa altura de la vida habrá invertido tanto en esa persona que le será realmente duro superar la desilusión y el desengaño.
La tercera combinación posible es la de un fiel con un infiel al que hacer el esfuerzo de hacerse pasar por fiel le resultó demasiado gravoso. Aquí el fiel no pierde demasiado tiempo a no ser que sea un empecinado y crea que va a conseguir que el infiel se convierta en fiel, pero eso del empecinamiento ya nos convierte a este juego en otro juego y lo complica demasiado. El infiel por su parte va a tener que seguir buscando a quién atraer con sus pobres dotes seductivas o seguir invirtiendo en mejorarlas.
Por último, la cuarta combinación sería la de un infiel con otro infiel. Estos dos se lo pueden pasar bastante divertido si ninguno de los dos es celoso –se puede ser infiel y celoso a la vez, señores– y tomárselo con calma. Pero en caso de que alguno de los dos lo sea tendremos drama, comedia y telenovela durante unos cuantos años, porque aunque dicen que los opuestos se atraen, la dosis de adrenalina que provocara este encuentro de semejantes los mantendrá enganchados por déficit de aburrimiento. Esta combinación ya crea un juego de por sí, lo que dejo pendiente como extensión del modelo.
Se puede reemplazar lo de fiel por alguna otra virtud que convierta a las personas en atractivas, matrimonialmente hablando.