viernes, 8 de septiembre de 2006

La vida vendaval

Y a veces uno está ahí, lo más tranquilo y acurrucadito en su rincón tratando de imaginarse qué es lo que va a hacer durante la mitad menos emocionante de su existencia, y de repente se aparece la vida y empieza a sacudirlo. Primero le hace creer a uno que todo es posible, por ejemplo empezar de nuevo, o revivir antiguas emociones, o sentir que un sueño que llevaba cinco años al fin se empezaba a convertir en realidad. Y a uno le cuesta creerlo, pero al final sí. Y planifica, sueña, imagina cambios, organiza distinto, hasta se asusta un poco.

Pero al final resulta que no. Y después de tanta sacudida uno termina por ahí, tirado en otro rincón, como un harapo.

El otro día leí una entrevista a un escritor italiano al que me prometí leer, donde decía que uno no tiene que escribir en este estado. No sé si me gustaría hacerle caso, aunque me parece que tiene razón.

11 comentarios:

Claudia Landini dijo...

Hola Ana, creo sé de qué hablás. Un amigo siempre me decía dejá a los demás no más cerca de 30 cms de tu corazón, poniendo la palma de la mano como escudo hacía un gesto, creo que siendo harapo, o bandera escribir desde esos lugares no parece muy bueno. Saludos.

Ulschmidt dijo...

Seguramente el vendaval girará una vez más y nos deja en cualquier otra inédita posición. No hay que cerrar el balance, nunca.

Ana C. dijo...

Claudia, la receta de tu amigo no serviría en este caso. De todas formas, no creo ser el tipo de persona que haría caso a ese consejo. A mí me encanta que me acaricien el corazón, aún corriendo riesgos. ¡Qué linda tu sonrisa de la foto!

Eso es carnotismo puro, Ulschmidt, y la verdad que me encantó.

Claudia Landini dijo...

No creo haya nadie a quien no le guste le acariecien el corazón, a mí particularmente me gusta me acaricien el corazón y todo lo que se pueda, ahora si en este momento te sientes hecha harapos no lo cuentes,a eso me refería, como dice nuestro amigo el Sr U. es mejor prepararse a un nuevo vendaval pero no dejar ver las ruinas del anterior.
A propósito esa es la sonrisa que llevo siempre.

Daniela dijo...

bienvenida, anac! estoy a favor de no reprimirse. si le dan ganas de escribir, escriba. si, en cambio, se le da por llorar a los gritos, tomarse dos whiskies de màs o bailar desnuda en el balcón, adelante. eso sí, si le entran unas ganas irreprimibles de tirotear a medio mundo, avise y vamos en su rescate. cariños

Unknown dijo...

Ana, no voy a decir que todo es posible, pero mi vieja emigró a los 70 años.
Si ella tuvo la fuerza para empezar una vida a los 70 (hoy tiene 74), yo no tengo derecho a no "planificar, soñar e imaginar cambios".

Besos y sea lo que sea, no me termines tirada como un harapo. ;)

Caracol dijo...

Che si hay whiskey y bailke en bolainas... avisen !!!!

Creo que hay que escribir siempre que uno tenga ganas, sobre lo que se quiera y solo con el cuidado lógico por mantener -en la medida que uno quiera- la privacidad.
Pero si está todo lejos de tu corazón, no solo no cura las heridas, tampoco genera goce, creo.

Saludos y espere acurrucada, que nunca hubo tormentas eternas...

Ana dijo...

Comparto lo que escribís. Así nomás.

Ana C. dijo...

Lo mejor que tiene este blog son los que lo visitan. Así a cualquiera le acarician el corazón.

mao dijo...

No entendi muy bien. Pero para escribir cualquier estado de animo es bueno, obviamente, dependiendo de lo que se quiera escribir. Creo.

Un saludo

Ana C. dijo...

Bueno, la idea del italiano es que la calidad de lo que uno escribe cuando está mal no es buena. Para este escritor, escribir en un estado de ánimo depresivo, por ejemplo, no permite hacer literatura. Eso no impide que uno pueda usar el escribir para otras cosas, como comunicarse o desangustiarse. Pero supongo que para un gran escritor no sirve. Deben necesitar cierta distancia con respecto al texto.