miércoles, 19 de julio de 2006

La primera serie que vi entera

Una de las cosas que me pasaron cuando me vine a vivir a Bruselas fue que dejé de ver televisión. Un poco lo mismo que me pasó cuando me fui a vivir a Dinamarca, aunque en ese caso lo que pasó fue que dejé de oír música. Supongo que los cambios radicales llevan a un abandono de hábitos también radical o que el esfuerzo de adaptación hace que uno abandone antiguas costumbres.

El hecho es que la primera vez que escuché hablar de Sex and the City fue en el verano del 2003 en una fiesta de cumpleaños que hizo una de esas amigas trashumantes que uno tiene la dicha y la desdicha de conocer en esta ciudad de nómades, en la que decidió festejar sus cuarenta años como tres años antes para compensar el hecho de haber festejado sus treinta tres años después. Esta amiga mía es danesa y los daneses tienen algunas costumbres cumpleañeras que a mí me parece se tendrían que exportar al resto del mundo; una es que festejan a lo grande los cumpleaños terminados en cero, casi como se festeja un casamiento, la otra es que en esas fiestas de cumpleaños los invitados más cercanos le dedican al festejado canciones inventadas por ellos mismos y discursos para nada improvisados contándole todo lo que esa persona significa para ellos de una manera más o menos humorística pero siempre (bueno, casi siempre) cariñosa.

El caso es que mi amiga había invitado a todas sus viejas amigas de la facultad y una de ellas le dedicó un discurso totalmente inspirado en Sex and the City, donde hacía un paralelo entre cada una de ese grupo de amigas y cada uno de los personajes de la serie. De más está decir que yo me quedé completamente colgada y no entendí nada de nada, ya que no sólo no había visto jamás esa serie, sino que ni siquiera sabía de su existencia sobre la faz de la televisión pese a que ya andaba por su última temporada y en ese mes de julio del 2003 quizás hasta había terminado. Resultó ser que la cumpleañera tampoco la había visto nunca y para entender de qué se trataba el discurso de su amiga decidió cortar por lo sano y se la compró toda en DVD. Supongo que lo habrá hecho de a poco, al fin y al cabo era una señora ocupada y con nenes chiquitos y también habrá visto la serie de a poco, o no.

Hace un par de meses esta cuarentona precoz preparaba, junto a su retorno a Dinamarca, una de esas mudanzas familiares que le quitan el aire al más pintado, después de cinco años de haber juntado artefactos más o menos inservibles y en la lista que preparó para tal ocasión con las cosas que quería sacarse de encima estaba la colección completa de Sex and the City.

Yo miré la lista sin demasiado interés. A esta altura de mi vida una cuna de segunda mano o una colección de Duplo usados ya no tiene el atractivo que tenía hace unos años, pero la colección completa de una serie de televisión que nunca había visto y a mitad de precio me resultó bastante tentadora, así que me la reservé antes que cualquiera tuviera tiempo de respirar y me la traje a casa. Resulta ser que yo soy una señora ocupada pero con nenes grandes y un marido que estuvo tres meses fuera de casa, lo que me dejaba las noches completamente libres, así que durante el último mes, después de acostar a los chicos, me instalé en el sofá a ver los noventa y cuatro capítulos uno detrás del otro.

En el mejor estilo obsesivo-compulsivo que me caracteriza, me sentaba con la idea de ver dos o tres capítulos por vez, pero me encontraba a las tres de la mañana muriéndome de sueño después de haber visto entre seis y ocho. Una noche seguí de largo y vi doce de una sentada, apagué la tele, desperté a los chicos, les serví el desayuno, los mandé a la escuela, me duché, me vestí y me fui a trabajar, tiritando de sueño. El humor de perros que tuvieron que soportar mis colegas ese día todavía es tema de conversación.

Pero bueno, ahora ya entiendo de qué habla la gente cuando habla de Carrie, Samantha, Miranda y Charlotte. Entiendo un poco por qué la serie se convirtió en una especie de caracterización emblemática de la mujer bien educada, de clase media alta, un poco malcriada y caprichosa, que elige tanto que al final no le queda qué elegir. Me identifiqué con la historia de esas mujeres con características que yo asocio a mujeres diez años más jóvenes que yo, pero que sin embargo son de mi generación. Y aunque a veces me enojaba con esas chicas que no sabían más que mirar su propio ombligo ni satisfacer más que sus propias necesidades, sea de hombres o de zapatos, tengo que confesar que después de los noventa y cuatro capítulos me alegré bastante con el final de cuento de hadas. Y ahora reconozco otro código en el lenguaje de la gente.

Lo que todavía me quedó sin descubrir es a cuál de los cuatro personajes se parecía mi amiga, la del cumpleaños.

14 comentarios:

Unknown dijo...

Ana, no la vi nunca. Sólo alguna que otra partecita. Siempre me dijeron que está muy dirigida a la mujer. Con lo cual, paradójicamente, no estaría mal que la viéramos los hombres. Es una buena forma de aprender ¿no?
En cuanto a series completas, creo que las primeras fueron Seinfeld y Friends. Claro que no me acuerdo si vi El Zorro completa.
Besos.

Ana C. dijo...

Hola Patrizio! Yo no sé si está muy dirigida a la mujer. Trata de las relaciones entre hombres y mujeres, quizás desde un punto de partida muy femenino. Mi amiga, que es más feminista que yo, me dijo que es ideal para que la vean chicos adolescentes, así que la tendré que rever junto con mi hijito grande, esta vez con un poco más de tranquilidad.

Seinfeld y Friends son otras de las que no vi nunca. Ni las Desperate Housewives. Por suerte, ahora se pueden alquilar en el videoclub.

Unknown dijo...

Ana, seguramente entonces, es como decís. Está mostrado desde un punto de vista femenino. Y siempre se está a tiempo de aprender algo más ¿no?
Así que, aunque no sea adolescente (qué tiempos aquéllos), me la voy a agendar.
Siempre tuve ese prejuicio, por lo que había escuchado. Pero creéme que fue leyendo tu post que caí en la cuenta. Si está dirigida a la mujer o, como decís, te muestran las historias desde un punto de vista femenino, qué mejor para nostros los hombres que conocer y comprender más. Todo ayuda.
;)

montevideana dijo...

Cuando te mudes y la vendas, yo la quiero!

Ana dijo...

Yo tambien la descubrí tarde, llegué a ver en orden las últimas dos temporadas, las anteriores desordenadas las fui viendo en Cosmopolitan (para peor dobladas) Pero me encantó, mas allá de que concuerdo con que están permanentemente centradas en ellas mismas y con un estándar de vida muy superior al de estos pagos, igual me sentía identificada con muchas cosas.
Estoy de acuerdo en que además es "educativa". Muestra muchas realidades desde la óptica femeninas, especialmente sobre sexualidad, creo que hubo un antes y un despues de esa serie.

Ana C. dijo...

Te la guardo, Montevideana!

Uy, ¡otra montevideana! ¡y además, tocaya! ¡Nos leemos!

Ulschmidt dijo...

Sus amigas del cumpleaños son gente real y por ende no se parecían a ninguno de esos personajes: son estereotipos. La relatora de la historia ( o personaje/hilo conductor equivalente al relator) en tanto que tal tiene algún rasgo humano. Las otras son clichés: la ninfómana piola, la casada con un imbécil al que adora, etc... etc..
Desde luego yo opino sin apenas haber visto la serie. Si opinase de algo que supiese no sería argentino.

Ana C. dijo...

Cierto, todo ayuda, Patrizio, cuando se trata de entender mejor al sexo opuesto. También nos pasa a nosotras. Sería divertido ver la versión masculina de Sex and the City. Por otro lado, a mí me parece que a vos te va bastante bien con tu coté féminine. Debe ser porque te preocupás por entendernos.

Usted sabe de bastantes cosas, Ulschmidt, así que no se preocupe por no haber visto toda la serie. A mí también la relatora/escritora me parece un cliché y a veces era la que más alergia me producía. Le aviso que denominar ninfómana a una mujer es cada vez más políticamente incorrecto, sobre todo en este blog.

Claudia Landini dijo...

Me apena ver esa serie, (tomandola enserio), la unica vez que hubo una apreciacion coherente la hizo un hombre, aunque con gracia muestran la vida de algun tipo de mujer, me parece como dice el Sr U. es un gran cliche, pero tambien incluida la relatora.

Ulschmidt dijo...

Llamar ninfómanas es políticamente incorrecto ?? caramba !! después querrán votar o conducir automóviles.

MALiZiA dijo...

esa serie, que porsupuesto vi, tenía la dosis justa para que tantas mujeres se enganchara, y fuera un éxito total.
porque por un lado exponía los temas universales del universo femenino, la soltería, las inseguridades, y demás... el problema en las relaciones...,
pero con un entorno de cuento de hadas (y el final como vos decís, en un nivel de vida muy elevado, o bastante irreal para la vida de una chica aquí.
Igualmente era un cóctel muy fatal!
Tratese de estereotipos o cliché, creo que se decían cosas que muchas decimos, hay que analizarla sin tanto adorno de por medio.
besos.

Lucky Luke dijo...

Ana, en el último verano en que no me fuí de vacaciones me ví los 94 capítulos en 16 días. Me pareció muy buena, creo que como todo muy buen producto sufre la consecuencia de que le pidamos más de lo que puede darnos. Creo que es unisex, y que ayuda mucho a quien la ve, además ese mundillo neoyorquino tan especial se reproduce muchísimo en Buenos Aires...
Cada personaje se hace odiar y querer en algún momento, y los personajes masculinos son interesantes.

Ana C. dijo...

Claudia, ¿por qué te pone triste? Al fin de cuentas es una serie bastante entretenida y tiene muchos puntos de buen humor. Yo creo que lo que a veces molesta es que uno haría algunas cosas de otra forma.

¿Vió Ulschmidt? Se dio cuenta enseguidita del por qué.

Uy, Malizia! Mientras veía la serie me acordaba todo el tiempo de tu blog. Tu blog es el Sex and the City de Buenos Aires y, encima, interactivo. Y es cierto, la serie trata de todos los temas que una discute con las amigas. Además muestra algo muy interesante, los mecanismos de control que existen entre las amigas y que a veces no son demasiado sanos.

Lucky, por lo que veo, sos otro de los que una vez que empiezan no paran. Es interesante ver que a un hombre también le puede gustar. Me gustó mucho eso de que cada personaje se hace querer y odiar en algún momento, porque eso era lo que me pasaba a mí. Aunque creo que Samantha me cayó bien siempre.

montevideana dijo...

Soy yo, la misma montevideana de siempre, y aunque me encantaría comprarte la serie el día que quieras hacer unos mangos o te mudes de ciudad, creo que sería un poco impráctico.

Una pena que Montevideo quede tan lejos de Bruselas!