sábado, 1 de julio de 2006

El día después

Ayer, a eso del mediodía, pasé por un quiosco y jugué a los Euromillones. No juego muy seguido, dos o tres veces por año, pero esta vez había un pozo de 58 millones y pensé: “Bueno, si pierde Argentina, por lo menos me consuelo con ésto”. Mientras pagaba pensaba: “¿Cuánta plata haría falta para consolarme?” Los 58 millones seguro que me consolaban del todo, pero 10 o 15 euros seguro que no lo iban a hacer. ¿500 euros? ¿1000? Tampoco. Al final de la tarde todavía no había llegado a la conclusión de cuál sería la cantidad de plata necesaria que me consolaría por haber perdido con Alemania. También anduve preguntando por ahí, como siempre que hago estos experimentos mentales, y recibí distintas respuestas, todas con cantidades de dinero bastantes más bajas de las que yo estaba dispuesta a sacrificar. Téngase en cuenta el hecho de que ese dinero era solamente riqueza en potencia, nada real. Un dinero que yo en realidad no tengo, sino que podría llegar a tener si ganara la lotería. Pero que de todas formas era algo más o menos seguro, porque la pregunta estaba formulada así: Si alguien te ofreciera la posibilidad de elegir entre ganar una cierta cantidad de dinero a la lotería mañana en forma segura o que Argentina le gane hoy a Alemania, ¿cuál sería esa cantidad de dinero?

Después seguí un poco con mi experimento mental y pensé: “¿Cuánta plata estaría dispuesta a pagar de la que realmente poseo para que Argentina gane?” En esta pregunta la idea no era pagar para que alguien deje ganar a Argentina o para convencer a los otros para que pierdan, sino nada más que la cantidad de dinero que yo estaría dispuesta a sacrificar de mi fortuna personal para que Argentina gane de verdad, jugando como los dioses y dejándonos a todos contentos. Mi pregunta era: ¿Cuánto vale para mí en términos monetarios que Argentina salga campeón? La respuesta fue una cantidad bastante menor a la que aceptaría dejar de ganar en los Euromillones, lo que confirma el dicho de que más vale pájaro en mano que cien volando.

Entonces, mi tercera pregunta fue: ¿por qué yo estaría dispuesta a hacer un sacrificio económico para que Argentina salga campeón? ¿Por qué, por ejemplo, estaría dispuesta a renunciar a una cantidad de plata que me dejaría irme de vacaciones el año que viene al lugar que se me ocurriera viviendo de la forma más lujosa imaginable, o a comprarme el trajecito de Chanel con el que siempre soñé o a pagar el resto de la hipoteca de mi casa? Mi marido me contestó que es porque me sobra la plata, pero él está, por lo menos, en la misma situación económica que yo y su sacrificio económico sería muchísimo menor. ¿Qué es lo que me hace feliz cuando Argentina gana un Mundial? Yo creo que es esa sensación que nos queda en la memoria, en la individual y en la colectiva. Ese recuerdo de la gente festejando por la calle en mi invierno patagónico del ’78 o en mi invierno porteño del ‘86. Yo creo que los hubiera pagado por disfrutar de la felicidad que hubiera sentido mi hijito menor que ayer, después de los penales, se puso a llorar y que hoy todavía sigue paseando la camiseta por el Bois de la Cambre. Por esa sensación de perfección que hubiera sido ganar una final un 9 de Julio, esta vez en verano. Por haber podido estar feliz de ser argentina a trece mil kilómetros y diecisiete años de distancia. Y eso vale bastante más que un trajecito de Chanel.

Bueno, y ahora me voy a mirar el resultado del sorteo de los Euromillones, para ver si la diosa Fortuna decidió consolarme de alguna manera y ver si lo consiguió.

16 comentarios:

montevideana dijo...

Son preguntas muy interesantes las que te hacés, especialmente porque no tienen respuesta.

En lo que me hace pensar es que (al menos desde los proverbios) el dinero no hace a la felicidad mientras que tu país gane el campeonato del mundo, sí.

A mí me dio mucha pena, porque el día de la final voy a estar en Buenos Aires y quería saber qué se siente. En fin, en otra será.

Besos!

Unknown dijo...

Ana, ¿sabés que yo también jugué? Y bueno, era muy tentador. Ni idea de cómo me fue.
Las preguntas, como dijo Montevideana, más que interesantes.

Ah, quería hacerte alguna pregunta, pero es medio largo. Así que probablemente, escriba un post y, si lo leés y tenés ganas, me contestás. Si me acuerdo, mañana o el lunes lo publico. Besos.

Lucky Luke dijo...

Muy lindo tu post, que todo el tiempo explora lo insondable de un amor muy singular. Me conmueve que tu hijo no se haya sacado la camiseta, eso habla bien de sus padres. Dile que hoy, un futbolero totalmente desconocido con nombre de personaje de historieta afirmó con certeza que él (tu hijo) verá campeona del mundo a la selección Argentina, que sólo es necesario que se haga amigo del Señor Tiempo :-)

Ulschmidt dijo...

Ajajaj!! Noto la influencia de la Paradoja de San Petersburgo en sus planteos !! (Bernoulli, Bernoulli, cuantos crímenes se cometen en tu nombre!).
Un economista inglés aconsejaba apostar por el opuesto al favorito. Así si gana tu equipo pierdes unos pesos y si ganas unos pesos te consuelas de que perdió.

Ana C. dijo...

Montevideana, yo creo que el dinero sí hace un poco la felicidad, por eso me preguntaba cuánto hacía falta para consolarme. Es un poco raro eso del dinero y la felicidad, la verdad. Alguna gente rica no es feliz y alguna gente deja de ser feliz al convertirse en rica, pero deben ser los menos. Cuántos pobres serían más felices si tuvieran algunos problemas materiales resueltos.

Patrizio, yo tampoco miré todavía. Me dejaste re-intrigada con lo de la pregunta.

Lucky Luke, bienvenido. Me encantó tu comentario. Y le paso el sueño a mi hijito menor.

Ulschmidt, ¿sabe qué? de la paradoja ésa no había escuchado hablar nunca. Pero no me da la impresión que sea lo mismo. Se trata aquí de asignar un valor objetivo a algo subjetivo, cosa que algunos creen es posible ¿Será?

Caracol dijo...

Yo por mil quinientos euros me siento un par de horas a la semana para responderle todas y cada una de esas preguntas.
¿ Por cuanto me olvido ? 10.000 euros.
¿ Qué pagaría para que gane ? 0 euros.


Hasta luego,

Ana C. dijo...

Joven, si yo tuviera 1500 euros para pagarle a usted todas las semanas, quizás tampoco me haría estas preguntas.

Hasta luego, también.

montevideana dijo...

Ana C., es que el dinero no hace a la felicidad pero que ayuda, ayuda.

Mi hermana tenía un marcalibros que decía "el dinero no hace a la felicidad, la compra hecha".

Lo iba a poner en mi comentario anterior pero me pareció que no cabía.

Y ahora que Argentina quedó afuera, y que Dinamarca (que hablando de 6 goles, le hizo 6 goles a Uruguay en México 86), ¿por quién hinchan en tu casa?

Caracol dijo...

Sra. ¡ Gracias por lo de joven !

Ud. me confunde con un inescrupuloso, 1.500 euros POR MES. Una ganga !!!

Le contestaría mas cosas pero ya termino la sesión, venga el jueves que la seguimos.

Hasta luego,

Ana C. dijo...

llmm, y sí, uno haría un par de sacrificios, si sirvieran...

Montevideana, te falto terminar la frase: ... y Dinamarca nunca entró, por culpa de los ucranianos que al final hicieron un papelón. Dinamarca hubiera dado un espectáculo.

Uf! En casa no sabemos qué querer. Los chicos quieren que Alemania pierda porque nos echó. Mi marido se crió en Alemania, así que parte de su corazoncito está ahí. Yo creo que quiero que gane Portugal, porque nunca ganó una Copa del Mundo, pero tampoco estoy del todo segura. Por esta vez, creo que abandono el fútbol, de pura depresión.

Caracol, le aviso que las sesiones por estos pagos son bastante más baratas.

Ulschmidt dijo...

Supongo que la sumatoria de lo que gasta un hincha que deja su labor, compra un pasaje, las entradas a los estadios, paga el hotel, etc.. y todo ello por participar de la epopeya de su equipo podría ser, primariamente, una aproximación al precio que se pagaría por la victoria de su abanderado. Porque es lo que el tipo paga por ser partícipe de esa (esperada) victoria, por acompañar la aventura, por ser testigo de ella.
Claro que si aprovecha el tiempo para conocer Europa o pasear a la mujer ( o a la amante lejos de la mujer) todo ello perturba el cálculo.
PD: Ya atacaré la paradoja de S Petersburgo (en el fondo creo que sí se ocupa de un tema como el que Ud. plantea... pero tengo que revisar mis libros)

Drama Queen dijo...

HERMOSO POST! ME HICISTE EMOCIONAR!

Saludos...

PartyAnimal dijo...

Comprar la camiseta oficial: 50 euros
Tickets para ver los partidos: 250 euros
Viajes, alojamientos, comidas, etc:
600 euros
Ver a la Seleccion Argentina salir Campeon del Mundo el 9 de Julio:( y poder contar a tus hijos y nietos que estuviste ahi)
Priceless - No tiene precio

Para todo lo demas, juegue a los euromillones

Ana C. dijo...

Sí, usted tiene razón, Ulschmidt. Ese es el precio que se paga en realidad, pero no en todos los casos ese precio es igual al valor que uno le adjudica a lo que quiere. Imagínese una subasta. Usted va y la gana, pero lo que paga es apenas un poco más que lo que estaba dispuesto a pagar el segundo, el que no ganó. Usted quizás estaba dispuesto a pagar más, pero no hizo falta.

Muchas gracias, Drama Queen. Muy lindo tu blog, también.

Te veo muy informado, Partyanimal. ¿Anduviste por Alemania? Ahora que ya no importa te digo cuál era la final que yo quería el 9 de julio: Argentina-Inglaterra. Antes no la decía por cábala. ¡Por Dios! ¡Qué chauvinista! Pero hubiera estado bien ganarle a los ingleses ¿no?

¡Bah! En realidad hubiera estado bien ganarle a cualquiera. La próxima final un 9 de julio se podría dar en 44 años, o quizás 16, me tengo que fijar.

CirCe dijo...

Hola Ana! Te andaba extrañando.
Leía el post superfcialmente, acabo de llegar al trabajo y estoy despertando...(perdón) y me preguntaba "Ana quiere entrar en el tongo del mundial y empezar a coimear gente???" Me rescaté y leí bien...hasta que entendí.
Ver ganar a Argentina desde lejos es estar en la Argentina. La alegría pierde fronteras y sus saltos, cabriolas y risas son universales. Ver ganar a Argentina para que tu hijo sea el embajador precioso y feliz de nuestro país es el deseo mas encantador que escuché nunca. Ahora que desperté y aunque no me haya prendido mucho con el mundial tu óptica desde otro ángulo lo glorifica.

Con respecto al dinero, tema puntiagudo. Lo malo de ser pobre es que los pobres nos vemos obligados a pensar en dinero. Eso no hace a la felicidad de nadie habiendo tantas cosas magníficas para pensar. Pero los pobres siempre tenemos que contar monedas, una de las tareas mas viles que conozco y agradecer (¡dioses!) que tenemos alguna moneda que contar. Y en la Argentina (como en el resto de Latinoamérica) la mayoría somos pobres y trabajamos: una perversión de lo mas pintoresca. Y me iba a vender por un par de islitas en Grecia, pero lo de tu niño vale muchisimo mas.
Besos enormes, abrazos de hinchada y cánticos futboleros!!

Ana C. dijo...

Circe, muchas gracias por tu comentario. Mi hijo, con su camiseta del día después, era realmente emocionante.

Y lo del dinero, sí que es un tema peliagudo. Pero me gustó jugar un poco con la idea, sobre todo porque no me costó nada. Tiké se olvidó completamente de consolarme.