jueves, 6 de abril de 2006

No quiero impacientarme, pero...

Esta época del año es un poco rara, sobre todo acá en Bruselas. Tenemos el cuerpo cansado del invierno, la espalda entumecida por el frío y la expresión de ya no puedo más, quiero que se termine. Uno va por la calle con bufanda y guantes mientras en las vidrieras la ropa que muestran nos deja tiritando de sólo imaginarnos luciendo atuendos semejantes. Si hasta hoy a la mañana había escarcha en el parabrisas cuando salí para llevar a los chicos a la escuela. Lo único que esperamos es la primavera y que se termine el invierno de una vez.

Mientras tanto voy por la calle y algunos árboles de los que florecen ya tienen los capullos a punto de reventar, como las magnolias y los castaños. Vi flores rosaditas en los árboles de la Rue Franz Merjay, que queda por mi barrio predilecto. El problema con esas flores rosaditas, y con las magnolias, y con las flores del castaño es que duran lo que duran y casi siempre es demasiado poco. Después se caen y a sus respectivos árboles les salen las hojas y de lo único que me doy cuenta es que ya se pasó otra primavera y se va a pasar otro verano y después otro año y después... Y que todo se pasa demasiado rápido. Es por eso que no quiero impacientarme. Pero hay que reconocer que disfrutar de una primavera en flor y con escarcha es una experiencia de dudoso goce.

En el Japón, acabo de enterarme, cuando florecen los cerezos, la gente se sienta en los parques a mirarlos mientras se van emborrachando sin ningún tipo de contemplaciones. La idea es meditar sobre lo efímero de la vida usando como metáfora esas flores igual de efímeras, aunque espectaculares. El alcohol cumple la función de hacer más intensa la experiencia, ya que en el fondo de eso se trata: intensidad. Intensidad para contrarrestar el raudo paso del tiempo que nos quita el aliento, igual que el frío en abril.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de primavera atípica, todavía no me puedo reír de mis amigos en Argentina, ya que ellos aún tienen mejor clima que nosotros (eso a pesar de que allí es otoño y aquí, bueno aquí se supone que es primavera)

Ulschmidt dijo...

Ah, esta cultura nipona, donde hasta emborracharse debe tener un profundo significado. Qué sentido del deber estos muchachos.

CirCe dijo...

El frio impacienta. El estarse haciendo pis. El estar parado. Lo incomodo impacienta. Por suerte hoy ya es viernes. Saludos cálidos desde ésta cálido otoño argentino.

PartyAnimal dijo...

Que buen post...excelente sintesis de un sentimiento generalizado en Bruxelles...la impaciencia, el deseo de sentir el sol y aunque sea un poquito de calor primaveral...esperemos que el verano se venga con todo, como los veranos del 2002 y 2003...esos si que fueron veranos!!

Ana C. dijo...

Mafi, qué casualidad, yo no tenía ni idea de esa costumbre japonesa y me dejó impresionada.

Gayabuc, claro, para medir el tiempo se pueden usar un montón de patrones diferentes. Me hiciste reir.

Matías, ¡Cómo tarda acá! ¿No estás harto?

Ulschmidt, eso sí que no lo había pensado. Pero cierto ¿no? ¿lo harán por obligación?

Circe, sí, es eso. La sensación incómoda, molesta, de estar pasando frío. Además, el frío continuado te deja todos los sentidos como en estado de hibernación.

Partyanimal, yo también estoy esperando eso. Un verano como el del 2003, el mejor verano de cinco siglos. ¿No te parece que es ser demasiado ilusa?

Leandro Fernández Miró dijo...

ya llega ya llega ya llegó

Unknown dijo...

En Madrid volvió el invierno, pero calculo que por tres o cuatro días, nomás.
Qué increíble lo de Japón. No tenía ni idea.

A mí también me pareció un excelente post, Ana.

Ana C. dijo...

Por acá no llega, Leandro, y ni siquiera amaga con llegar.

El tiempo pasa para todos, Patrizio, qué bien que te gustó.

MALiZiA dijo...

Hola Ana, qué lindo eso de quedarse viendo las flores de los cerezos, ni necesitaría emborracharme para disfrutarlo, después de todo la vida de cada uno es como una flor, a veces perdemos uno que otro pétalo, hasta que al final nos marchitamos, me atrapa la idea de lo efímero, que a la larga somos todos. pero a su vez de la eternidad de los pensamientos. qué lindo tema para sentarse a pensar en eso mientras el suelo se llena de pétalos rosas.
Otra cosa,
me quedé pensando que vos mirando la ropa de verano te morís de frío, y yo mirando las bufandas y saco de invierno, con días calurosos y pesados como están haciendo aquí en Buenos Aires, me pasa que me muero de calor. Qué inversión de sentimientos, que al final son lo mismo.
uff. me colgué.
Un beso grande.

montevideana dijo...

en maryland (usa) el gobierno del japón donó un montón de cerezos hace un montón de tiempo y están todos plantados en un mismo jardín público. tienen el "cherry blooming day", que es un día de fiesta local. la diferencia con los japoneses es que no se emborrachan sino que abren apuestas, a ver quién acierta el día exacto del florecimiento.

es que estos yanquis no saben disfrutarle el sabor a la vida...