miércoles, 28 de septiembre de 2005

Las malas compañías

De vez en cuando, me relaciono con gente con la que no tengo que estar. Alguna especie de inclinación levemente enfermiza que me hace pasar tiempo con amistades que no son tales y con las cuales no existe esa sensación de enriquecimiento mutuo, de crecer en consonancia y de ofrecerse uno al otro que se da en las mágicas ocasiones en que nos encontramos con un amigo de verdad. De este tipo de gente no sólo no aprendo nada, sino que terminan sacando lo peor de mí, los sentimientos horrendos que uno trata de mantener en vilo continuamente para irse convirtiendo de a poco en una mejor persona. Desprecio, envidia, rabia y desazón.

Aunque la teoría dice que es mejor sentir que reprimir. Para mí que lo mejor es evitar a la gente que te los provoca.

Ah! El otoño sigue precioso por acá.

1 comentario:

Juan de Dió dijo...

Esa parte que sacan esas personas tambien es parte nuestra, no la crean de la nada...

Sabes? yo aprobecho cuando me topo con una de estas personas para comprobar las diferencias a mi favor con respecto a esa persona... lo se, es estupido pero me hace sentir mejor