domingo, 7 de agosto de 2005

Tres al hilo

En la última semana fui al cine una vez y vi otras dos películas en video. La del cine fue Charlie y la Fábrica de Chocolate. Las de casa, Criminal y Pretty Dirty Things.

Empiezo de menor a mayor. Criminal es la famosa re-make yanqui de Nueve Reinas, detalle del que no me di cuenta cuando la alquilé, ya que sino no la hubiera elegido. No es que no haya tenido ganas de verla alguna vez, pero justo ahora no tenía ganas de ver una historia que ya conocía. La película no estaría mal si uno no la estuviera todo el tiempo comparando con la original, que es realmente buena. Paradójicamente, las mejores escenas de la película son aquellas donde los actores repiten un gesto exactamente igual que en Nueve Reinas en un decorado completamente distinto, como cuando Diego Luna prende un cigarrillo justo al inicio del desenlace. La historia está adaptada a Los Angeles, aunque al principio pensé que era Las Vegas, por la escena del casino. Bielinsky, el director argentino, dice en el reportaje que está en la versión DVD que mientras la filmaba dejaba que todos fueran contribuyendo al resultado, por lo que la versión original lo terminó sorprendiendo aún a él. Esa flexibilidad se pierde en la re-make, en la que al haber, quizás, una especie de necesidad de ajustarse al guión original, no hay la misma frescura.

La película también cambia por los actores. John C. Reilly en el papel de Darín da un personaje completamente distinto, menos chanta y más neurótico. Maggie Gyllenhaal en el papel de Leticia Brédice también, más dulce y vulnerable, menos sensual y golpeada por la vida. Y Diego Luna, mucho más atractivo que en Y tu mamá también y realmente bien en este rol, no tiene para nada la cara de nene bueno de Gastón Pauls, que es clave en el desenlace de la película. En fin, si Nueve Reinas no fuera una de las películas que más me gustaron en los últimos años, ésta me hubiera encantado, pero estaba demasiado condicionada por la otra y no me pude abstraer.

A Pretty Dirty Things hacía un montón de tiempo que tenía ganas de verla, ya que me la perdí cuando estaba en el cine. Trata sobre los inmigrantes ilegales en Londres y sobre la generosidad, la compasión y la sordidez humanas en condiciones extremas. La historia es, quizás, un poco far fetched (aunque uno nunca sabe), pero fascinante de todas formas y los actores, geniales. Audrey Tatou en un papel de adulta que le viene muy bien, Chiwetel Ejiofor en ese rol de buen tipo que sufre pero que al mismo tiempo se la banca, expresando lo que siente con gestos sutilísimos y Sergi López en hijo de puta perfecto, cínico, siniestro y seductor al mismo tiempo. Tengo que verlo en más películas. El final, con gente enamorada despidiéndose para siempre, me hizo llorar un poco.

Y la de Charlie es para no perdérsela. La combinación Tim Burton-Johnny Depp es tan impresionante como siempre, pero elevada a alguna potencia de signo positivo por el genio desopilante de Roald Dahl. Yo les había leído el cuento a mis hijos hace un par de años, en uno de esos vacíos de Harry Potter que a veces se hace difícil llenar con algo que nos deje igual de satisfechos, pero que en este caso resultó. Así que cuando nos enteramos que se hacía la película, nos pusimos a esperarla. Yo más, cuando me enteré de la combinación Burton con su actor fetiche. Burton le agregó a la historia lo de la relación padre-hijo, lo que no hace más que mejorarla, aunque ahora que lo pienso, es posible que ese agregado esté en alguna de las continuaciones. La escena del reencuentro entre papá Christopher Lee y nene Johnny Depp es antológica. Todo el resto también está perfecto, la ciudad, la casa de Charlie, la fábrica, ¡los abuelos!, los otros cuatro chicos y sus padres, los Oompa-Loompa y sus canciones. Más que recomendable.

Este es el primer cuento de Roald Dahl que leí.

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