jueves, 11 de agosto de 2005

Receta para una buena resaca

Me puedo tomar 3 o 4 copas de champagne y lo único que me pasa es que la piel se me pone demasiado apta para recibir caricias y la nuca demasiado sedienta de tus besos. Pero si me invitan a una de esas cenas donde te reciben con champagne, te sirven vino blanco con la entrada, vino tinto con la comida y un Beaumes de Venise o un Eiswein con el postre, sin contar el cognac del café, que casi nunca tomo, al otro día, seguro que me duele la cabeza. Qué decir entonces de la otra noche, donde empecé con cerveza, seguí con sidra tirada en el aperitivo, un Ribera del Duero espectacular con la comida, orujo para el café y la caipirinha de rigor en Los Románticos. El resacón al otro día fue de intoxicación. Menos mal que nos tuvimos que ir. Aunque a mí la música cubana me desintoxica.

miércoles, 10 de agosto de 2005

Un juguetito

Acá hay un juguetito para cambiarle los colores al blog. Ahora mi blog tiene casi los colores que tiene que tener, aunque todavía no es el más fácil de leer de la blogosfera, lo que es mi aspiración final.

martes, 9 de agosto de 2005

Receta para irse al catre

Esta es la película más erótica de la historia del cine. Hay que ir a verla a un cine de ésos donde pasan películas viejas con una persona del sexo opuesto que nos resulte aceptablemente atractiva en una noche de verano calurosa pero no tanto.

lunes, 8 de agosto de 2005

Sin ingredientes

Anoche tuve que volver a darle de comer a mi familia. Después de pasarme toda una semana sola, leyendo, viendo películas, saliendo de parranda y jugando con la compu hasta las 4 de la mañana (para levantarme a las 8 e ir a trabajar), hay que imaginarse cómo estaba la heladera de mi casa. Durante una semana comí gazpacho del cartón, platos preparados al microondas, ensalada de tomates, o nomás en restaurantes, y no pisé el supermercado ni de casualidad.

De todas formas, pensé que en casa había lo necesario para alimentar a un papá con sus dos hijos, hambrientos como estarían después de 10 horas de autopista del norte. Cuál fue mi sorpresa –y mi desesperación– al descubrir, en el momento de poner manos a la obra, que no tenía ni sal, ni ajo. Y el plan era preparar una pasta. ¿Cómo demonios hace uno para preparar una pasta sin sal y sin ajo? Ya estaba al borde de claudicar y llevar a mi familia a comer pasta a otro lado, lo que a mi marido le daría unas ganas de divorciarse irreprimibles, cuando decidí arreglármelas así:

Pelé una cebolla, la corté en gajos bien finitos y la puse a rehogar en una buena cantidad de aceite de oliva, le agregué un frasco de aceitunas descarozadas picadas y un frasco de alcaparras escurridas. Después de rehogar todo unos cinco minutos a fuego fuerte, le puse dos latas de tomates al natural picados y una latita de concentrado de tomate. Para condimentar, un poco de orégano, otro de albahaca y una pizca de pili pili (esto es lo que reemplaza en mi casa al ají molido). Quince minutos más a fuego muy suave, mientras se cocinaba la pasta.

Por suerte, tenía la pasta. Y también queso parmesano.

Ni se notó que no tenía ni sal, ni ajo.

Hommage a Blanca Cotta, que me enseñó a cocinar.
ñ

domingo, 7 de agosto de 2005

Desnudo quedó el pobre

Le cambié el formato a mi blog. El otro me ponía muy nerviosa con todos esos dibujos por ahí arriba y me parecía incómodo para leer, sobre todo ahora que se me está ocurriendo poner estos textos larguísimos. Así que elegí otro de los de Blogger y lo modifiqué un poco, lo máximo que pude hacer adivinando el código. Ahora quedó bien simplecito, casi demasiado. Me gustaría cambiarle el color del fondo, pero todavía no aprendí. Si sigue así un tiempo largo, será porque no me dediqué a investigar el tema. Todavía tengo que escribir el artículo sobre inmigración. A lo mejor me inspira Dirty Pretty Things. Ja! El que me va a inspirar es el Borjas, cuando lo lea.

Tres al hilo

En la última semana fui al cine una vez y vi otras dos películas en video. La del cine fue Charlie y la Fábrica de Chocolate. Las de casa, Criminal y Pretty Dirty Things.

Empiezo de menor a mayor. Criminal es la famosa re-make yanqui de Nueve Reinas, detalle del que no me di cuenta cuando la alquilé, ya que sino no la hubiera elegido. No es que no haya tenido ganas de verla alguna vez, pero justo ahora no tenía ganas de ver una historia que ya conocía. La película no estaría mal si uno no la estuviera todo el tiempo comparando con la original, que es realmente buena. Paradójicamente, las mejores escenas de la película son aquellas donde los actores repiten un gesto exactamente igual que en Nueve Reinas en un decorado completamente distinto, como cuando Diego Luna prende un cigarrillo justo al inicio del desenlace. La historia está adaptada a Los Angeles, aunque al principio pensé que era Las Vegas, por la escena del casino. Bielinsky, el director argentino, dice en el reportaje que está en la versión DVD que mientras la filmaba dejaba que todos fueran contribuyendo al resultado, por lo que la versión original lo terminó sorprendiendo aún a él. Esa flexibilidad se pierde en la re-make, en la que al haber, quizás, una especie de necesidad de ajustarse al guión original, no hay la misma frescura.

La película también cambia por los actores. John C. Reilly en el papel de Darín da un personaje completamente distinto, menos chanta y más neurótico. Maggie Gyllenhaal en el papel de Leticia Brédice también, más dulce y vulnerable, menos sensual y golpeada por la vida. Y Diego Luna, mucho más atractivo que en Y tu mamá también y realmente bien en este rol, no tiene para nada la cara de nene bueno de Gastón Pauls, que es clave en el desenlace de la película. En fin, si Nueve Reinas no fuera una de las películas que más me gustaron en los últimos años, ésta me hubiera encantado, pero estaba demasiado condicionada por la otra y no me pude abstraer.

A Pretty Dirty Things hacía un montón de tiempo que tenía ganas de verla, ya que me la perdí cuando estaba en el cine. Trata sobre los inmigrantes ilegales en Londres y sobre la generosidad, la compasión y la sordidez humanas en condiciones extremas. La historia es, quizás, un poco far fetched (aunque uno nunca sabe), pero fascinante de todas formas y los actores, geniales. Audrey Tatou en un papel de adulta que le viene muy bien, Chiwetel Ejiofor en ese rol de buen tipo que sufre pero que al mismo tiempo se la banca, expresando lo que siente con gestos sutilísimos y Sergi López en hijo de puta perfecto, cínico, siniestro y seductor al mismo tiempo. Tengo que verlo en más películas. El final, con gente enamorada despidiéndose para siempre, me hizo llorar un poco.

Y la de Charlie es para no perdérsela. La combinación Tim Burton-Johnny Depp es tan impresionante como siempre, pero elevada a alguna potencia de signo positivo por el genio desopilante de Roald Dahl. Yo les había leído el cuento a mis hijos hace un par de años, en uno de esos vacíos de Harry Potter que a veces se hace difícil llenar con algo que nos deje igual de satisfechos, pero que en este caso resultó. Así que cuando nos enteramos que se hacía la película, nos pusimos a esperarla. Yo más, cuando me enteré de la combinación Burton con su actor fetiche. Burton le agregó a la historia lo de la relación padre-hijo, lo que no hace más que mejorarla, aunque ahora que lo pienso, es posible que ese agregado esté en alguna de las continuaciones. La escena del reencuentro entre papá Christopher Lee y nene Johnny Depp es antológica. Todo el resto también está perfecto, la ciudad, la casa de Charlie, la fábrica, ¡los abuelos!, los otros cuatro chicos y sus padres, los Oompa-Loompa y sus canciones. Más que recomendable.

Este es el primer cuento de Roald Dahl que leí.

viernes, 5 de agosto de 2005

La lista compulsiva

Desde que aprendí a leer, fui una lectora compulsiva. Como leía mucho, pronto pude leer muy rápido y devoraba lo que me caía entre manos. Al principio, cuentos infantiles a raudales, las obras completas de Perrault, los hermanos Grimm, H.C. Andersen, los cuentos de las Mil y Una Noches, las fábulas completas de Esopo. Al poco tiempo, un volumen de mitología universal que me introdujo en cosmogonías varias. Y de ahí, sin escalas, las obras completas de Homero, que releí durante un par de años hasta que me supe todos los detalles (mis hijos, ahora, vuelven a ver las sagas de películas hasta que se las saben de memoria). Después, más obras completas: Shakespeare, Oscar Wilde, Federico García Lorca, Esquilo, Sófocles y Eurípides. En los descansos, cuanta revista de historietas o novela de aventuras caía entre mis manos, compradas, prestadas o regaladas. Y un par de enciclopedias para chicos. Y la Biblia y la Divina Comedia. Impresionante la biblioteca de mi madre, ahora que lo pienso. En las vacaciones, la biblioteca infantil de mi papá y mis tíos en la casa de mi abuela, desde donde me llegaron Louise May Alcott, Robin Hood, el Rey Arturo. Por ahí, tendría unos once años. A los doce, leí a Borges, Horacio Quiroga y las tres novelas de Sábato. No me alcanzaban los libros y todo se me terminaba demasiado pronto. El sueño de mi vida era encontrar el Libro de Arena. Mis primeras fantasías eróticas con El Cazador Oculto de Salinger (muchos años después, aprendí que en inglés se llama The Catcher in the Rye), al que voy a tener que leer de vuelta para saber por qué tuve esas fantasías, porque todavía me acuerdo de las sensaciones pero no de la historia. Y como a los catorce, todos los cuentos que Cortázar había publicado hasta ese momento y montones de best-sellers yanquis que circulaban por el colegio. Del final del colegio y el principio de la facultad me acuerdo: las cuatro mujeres de Jorge Amado (Tieta, Teresa, Gabriela y Flor) y Pedro Páramo, el aleph del realismo mágico. Y después, Cien años de soledad y todas sus hermanitas, de las cuales la que más me gusta es la Crónica de una muerte anunciada. Ah! Y la historia de la Cándida Eréndira, que tenía una abuela parecida a la mía, por lo indestructible. Y después Vargas Llosa, que empecé por la tía Julia, todavía creo que no terminé y del cual me quedo con El Hablador. Y dos o tres novelas de Cortázar, incluida, por supuesto, Rayuela. El Señor de los Anillos y todo lo otro que escribió Tolkien en mi último año de facultad, cuando además veía 130 películas e iba a 15-20 conciertos de rock al año, en la ciudad más cara a mis recuerdos. Durante ese mismo año y el siguiente, leí lo poco de ciencia-ficción que leí en mi vida, ya que el género nunca terminó de atraerme del todo. Un género que sí me atraía, sin embargo, era la novela policial (¿o se dice novela criminal o novela negra?) pero nunca leí demasiado de ello hasta que hace unos pocos años me leí cuatro novelas de Ripley al hilo. Tuve que parar, porque el personaje es tan revulsivo que causa vergüenza ajena y además, me estaba por dar una depresión. Bueno, entre tanto terminé en BRU y cuando decidí que ya sabía bastante francés como para adentrarme en su literatura y como Proust me pareció too much, elegí a la joven estrella belga que me resultó brillante y altamente recomendable. Y también tuve que releer Rayuela, porque no me acordaba de por qué era tan buena. Y en eso ando.

Ah! Mientras tanto encontré el Libro de Arena, esto es una de sus páginas.

jueves, 4 de agosto de 2005

Estilos diferentes

Si hay una cosa que me pone muy nerviosa, de puro intolerante que soy, es la inconsistencia de dialectos castellanos a la hora de escribir. Me molesta muchísimo que se mezcle la forma de expresarse de Chile con la de Argentina, o la de Argentina con la de España o la de Cuba. Y sin embargo, soy perfectamente consciente de que es algo muy difícil de evitar si uno está en permanente contacto con gente de otros países. Es lo que me va pasando a mí por tener ahora tantos amigos españoles, sobre todo porque me encanta como hablan. Pero por ejemplo este artículo demuestra lo que quiero decir. Es una de esas cosas de las que me gusta leer, pero cuando lo leí casi le mando un mail a la que lo escribió para decirle lo mal que escribía. Me contuve, porque normalmente en Clarín no hay cosas que chirríen de esa forma y decidí, en cambio, leer otros artículos escritos por la susodicha dama. Leí éste y éste. ¿No es cierto que no parecen escritos por la misma persona? Mi teoría es que los artículos más viejos pasaron por la pluma de algún editor que los transformó hasta dejarlos sin ruido, mientras que el último se publicó en su primera versión. Esas teorías que me invento.

miércoles, 3 de agosto de 2005

Sin verano, sin vos

¡Buf! ¡Qué manera de estar desconcentrada! Tengo que estudiar para la oposición, escribir el artículo sobre inmigración, organizar todos los ficheros y no consigo hacer nada, ya que me desconcentro en menos de 10 minutos. Es como si todas esas actividades me exigieran hacer un esfuerzo para el que no me siento capaz, como si el sólo pensar que tengo que llevar a cabo, es decir conducir hasta el final, una de esas tareas me quitara absolutamente toda la energía que tengo, que no parece mucha. El verano más poco energético que recuerde. Ni comparación con el del 2003. Ah! Y también quiero aprender a usar el nuevo programa que me instalaron. ¡Uy! ¡Qué agobio! Me parece que tengo que dormir más horas por las noches. O agarrarme un flor de metejón. Correspondido, esta vez…